Líderes de todo el mundo se reúnen en Francia para recordar el cese de las hostilidades en uno de los conflictos bélicos más sangrientos que ha enlutado al mundo.
La guerra fue entre la Triple Alianza (el Imperio alemán y Austria-Hungría e Italia) contra la Triple Entente (Reino Unido, Francia y el Imperio ruso). Ambas alianzas sufrieron cambios
La Primera Guerra Mundial, iniciada el 28 de julio de 1914, fue sobre todo un gigantesco conflicto europeo, cuyo final se decidió en el frente occidental, en Francia y en Bélgica, donde tuvieron lugar las batallas más sangrientas.
La guerra también dejó millones de muertos en los demás frentes europeos: Rusia, los Balcanes, Italia. Y, debido a los imperios, alcanzó rápidamente todos los continentes: los dominios británicos se movilizaron, el África colonial fue escenario de combates, así como Asia, donde Japón conquistó las posesiones alemanas a partir de agosto de 1914.
La intervención de EEUU, tardía pero decisiva, provocó en 1917 la incorporación de varios países de América Latina. Y en cuanto a Oriente Próximo, sus fronteras quedaron totalmente transformadas a raíz del conflicto.
Pero el frente occidental fue durante casi toda la guerra el objetivo principal de los beligerantes. Allí fue, en una línea de más de 700 km entre el mar del Norte y Suiza, donde se concentró el mayor número de combatientes y donde tuvieron lugar las batallas míticas de la guerra que dejaron un número aterrador de víctimas.
¿Cómo pudieron los soldados sobrellevar sus miserables condiciones de vida? Tal vez como consecuencia de la disciplina militar, la solidaridad entre ellos o la presión de los civiles. Y probablemente gracias a un fuerte patriotismo que resulta difícil entender hoy en día.
Victoria rápida. El inicio de los combates fue atronador. En agosto de 1914, los franceses intentaron en vano abrirse paso entre las fuerzas alemanas en la región de Lorena, mientras el ejército germano atravesaba con éxito Bélgica, antes de castigar a las tropas francesas y dirigirse hacia un París abandonado por sus habitantes y el Gobierno.
La tierra se llenó de sangre: 27.000 soldados franceses murieron el sábado 22 de agosto, el día más mortífero de toda la historia del ejército francés.
Sin embargo, en setiembre, durante la batalla del Marne, un enorme enfrentamiento frontal que dejó medio millón de muertos, Joseph Joffre bloqueó a las tropas de Helmut von Moltke antes de expulsarlas hacia el norte.
Sin esa batalla, famosa porque el ejército francés requisó taxis parisinos para llevar refuerzos al frente, la guerra podría haber terminado en unas semanas con una victoria alemana.
A partir de entonces, la violencia de los bombardeos obligó a los combatientes a ocultarse en trincheras, y el conflicto se convirtió en una guerra de desgaste. Ningún estratega había anticipado ese escenario, y los intentos de avances de ambos bandos, calificados a veces de “matanzas” o “carnicerías”, no dieron ningún resultado real antes de 1918.
Movimiento al este. En el frente oriental, menos poblado, la situación fue totalmente distinta. Era imposible cavar trincheras en espacios tan extensos, y la guerra fue por tanto una guerra de movimiento.
A partir de 1914, los otomanos, aliados de Alemania, cerraron los estrechos para aislar a Rusia. Para el Imperio de los zares, que pronto iba a ser derrocado por una revolución, comenzó un largo retroceso hacia el este que terminó con el humillante tratado de Brest-Litovsk, firmado en marzo de 1918 por el nuevo gobierno bolchevique con los imperios centrales. La nueva Rusia perdió entonces sus territorios occidentales y más del 30% de su población.
En el oeste, el año 1915 estuvo marcado por las grandes y vanas ofensivas del ejército de Francia en el este del país. Los soldados sufrieron las consecuencias de la guerra moderna, en la que las ametralladoras y la artillería no dejaban ninguna opción a los asaltos de la infantería. Los alemanes utilizaron el gas de combate en la ciudad belga de Ypres, una novedad que suscitó una gran indignación mundial.
Verdún, el símbolo. 1916 fue el año de Verdún. Los alemanes lanzaron allí en febrero una enorme ofensiva, pero los franceses resistieron. La batalla, cumbre de la guerra de trincheras, sigue siendo el símbolo del conflicto, debido a la violencia de unos combates encarnizados que dejaron cerca de 800.000 muertos y heridos de ambos bandos.