La situación en la ciudad de Caacupé, Capital Espiritual del Paraguay, se ha vuelto particularmente grave, según lo ha descrito el propio director de la Tercera Región Sanitaria, doctor Eduardo Jara.
El Hospital Regional, que aun en los momentos de mayor pico de la pandemia del Covid-19, en agosto y setiembre, no había llegado a sobrepasar la ocupación del 60% de disponibilidad de camas, en esta semana ha alcanzado el tope de su capacidad de recibir a pacientes en urgencias y terapia, debido a la masiva afluencia de personas que —a pesar de las muchas advertencias de no hacerlo—, insisten en peregrinar hasta el Santuario de la Virgen de Caacupé, en los días previos a su festividad central, que se celebra el 8 de diciembre.
Esta peligrosa e inconsciente aglomeración de personas, que en muchos casos van acompañadas incluso de niños y de ancianos, sin usar adecuadamente las mascarillas ni cumplir las recomendaciones de distanciamiento físico, ha aumentado considerablemente los casos de contagios con el coronavirus, y amenaza con incrementarlos aún más, a medida que se aproxima la fecha de celebración del Tupãsy Ára.
La disposición adoptada por las autoridades religiosas, de cerrar totalmente el acceso a la Basílica y a los lugares más emblemáticos, como el Tupãsy Ykua, no han resultado suficientes. La gente acude igual. Un caso extremo se vivió días pasados, cuando una persona se encadenó para exigir que no se cierre el acceso hasta el Pozo de la Virgen. Las autoridades municipales debieron acceder a extender el plazo de visitas por una semana más.
El cuadro sanitario es, sin embargo, preocupante. “El hospital llegó en cuanto a operatividad al tope en urgencia y terapia, sin posibilidad de poder brindarles asistencia a otros conciudadanos cordilleranos que pudiesen haber llegado hasta la urgencia con algún problema de salud respiratorio. Eso es grave y eso nos debe preocupar a todos”, dijo el doctor Eduardo Jara, implorando a los peregrinantes que ya no acudan hasta la ciudad.
El obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, enfatizó reiteradamente que las celebraciones centrales de este año se harán a puertas cerradas, sin la presencia de fieles, pero se transmitirán por televisión y por redes sociales en internet.
Las calles que rodean al Santuario permanecerán cerradas desde varias cuadras alrededor y se restringirá la circulación, del 4 al 9 de diciembre. Ni siquiera habrá parlantes para poder seguir las misas desde afuera. Los comercios que no sean esenciales permanecerán cerrados y la policía deberá evitar las aglomeraciones.
Más allá de las medidas restrictivas o represivas que se impondrán, es importante que la ciudadanía adquiera mayor conciencia de la situación. La festividad de la Virgen de Caacupé es, sin duda, la fiesta patronal religiosa más importante del Paraguay, pero este año, ante el drama de la pandemia, la mejor manera de honrar a la Madre común de los paraguayos es no ir a visitarla, sino rezarle desde el hogar o desde la parroquia comunitaria. Ella preferirá que cuidemos de nuestra salud y de la de todos, antes que acudir hasta su Santuario.