18 feb. 2025

Estamos en deuda con las mujeres

El 24 de febrero se conmemora el Día de la Mujer Paraguaya. Los antecedentes relatados en el portal del Ministerio de la Mujer señalan que esta fecha importante en el calendario se da en alusión a la primera Asamblea de Mujeres Americanas que se realizó Asunción, en 1867.

En aquella ocasión, prosigue el relato, mujeres de la capital y del interior, en un gran gesto, entregaron sus joyas para colaborar con la causa de la Guerra de la Triple Alianza.

Pero más que conmemoración, nuestro país y nuestras políticas públicas siguen en deuda con quienes representan la mitad de la población.

En su reciente informe denominado “La pandemia de la desigualdad”, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) nos dio un pantallazo acerca de la triste realidad laboral de las mujeres, quizá uno de los aspectos donde mejor se puede identificar que la desigualdad no ha visto freno ni contención, sino que se ha mantenido y hasta se ha profundizado.

El reporte del organismo internacional da cuenta que entre el primer y segundo trimestre del 2020, cuando las medidas de cuarentena fueron más severas, unas 216.000 personas dejaron de formar parte de la fuerza de trabajo, de las cuales casi el 77% fueron mujeres.

La pandemia trajo además un deterioro en la calidad del empleo femenino. Es así que, entre el primer y el cuatro trimestre del 2020, el promedio de horas trabajadas se redujo en un 7%. De un promedio de 40 horas en su ocupación principal, ese número se redujo al 37,2. Por el otro lado, también aumentó la tasa del subempleo por insuficiencia de tiempo, con un incremento que fue del 7,7% en el primer trimestre del año al 10% en el cuarto. En contrapartida, los hombres mantuvieron una tasa de subocupación constante en el orden del 5% todo el año.

Ante esta dura realidad a la hora de las ofertas laborales, muchas mujeres se vieron obligadas a trabajar por cuenta propia, con todos los riesgos e implicancias que significa emprender en medio de una rama de la economía que no se caracteriza principalmente por su solidez, su estabilidad o su alta productividad, sino todo lo contrario. En ese sentido, según el PNUD, en el último trimestre de 2020 se contabilizaron aproximadamente 103.000 trabajadoras más en el autoempleo que en el primer trimestre del año, lo que implica un fuerte crecimiento del orden del 27%.

Si hablamos de brechas salariales, los reportes del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan una diferencia del 24%. Mientras el ingreso promedio mensual de los hombres es G. 2.385.000, el de las mujeres es G. 1.926.000, es decir, existe actualmente una brecha salarial de G. 459.000 a favor de los hombres.

Pese a avances en las legislaciones en los últimos años, las políticas públicas tampoco han ayudado mucho a ir reduciendo las desigualdades. Mucho se repite que uno puede ver las prioridades de un Gobierno o de un Estado mediante la asignación de recursos dentro del Presupuesto Público. Si hacemos un frío análisis estadístico sobre este punto, podemos ver que el Ministerio de la Mujer ha recibido poco más G. 119.000 millones en los últimos 5 años para llevar adelante programas y planes en beneficio de las mujeres. Si ese número comparamos con el total de los gastos del Estado en el último quinquenio, los datos indican que lo asignado a esta cartera de Estado representa apenas el 0,05%.

Esta fecha nos invita a reflexionar acerca del país que queremos, y conste que en estas líneas se ha tocado apenas una parte de la problemática, la económica. La administración pública ya no puede estar por más tiempo ajena a esta penosa realidad. Son tiempos en los que ciertamente se han profundizado todo tipo déficits estructurales, por lo que urge una mirada más real a las políticas de Estado, de lo contrario, las brechas solo continuarán creciendo hasta volverse una olla a presión incontenible.