Mientras la platea grita para que vayan a Tacumbú (cementerio de irrecuperables) los corruptos van a la Agrupación Especializada convertida en penitenciaría vip. Ahí conviven con los policías sobre, quienes pesa una alta desconfianza, y el paso por el lugar se convierte en amable espacio de camaradería compartida.
Es tan relajado todo aquello que un criminal brasileño concedió una entrevista donde describió en detalles la corrupción del país, para luego asesinar a una dama de compañía en el lugar. Por supuesto que todos los delincuentes quieren ir ahí, o a la prisión militar de Viñas Cué, donde tienen similares tratamientos. El argumento de que sus vidas corren peligro en todas las demás penitenciarías no es de recibo. El paso por unos meses en estas agrupaciones solo demuestra que las inequidades se reproducen en todos los niveles y los políticos corruptos no quieren correr riesgos innecesarios.
Si casi el 80% de nuestros presos están sin condena y son solo noticia en algún degollamiento en San Pedro, motines, fugas como las de Pedro Juan Caballero y custodiados por unos pocos guardiacárceles que son parte del negocio del que está preso, la gran pregunta es ¿por qué no se escapan todos? Para los de adentro que no tienen abogados, jueces ni fiscales interesados en condenarlos o absolverlos “la justicia” se reduce solo a que pasen unos meses “bajo la sombra” y con eso es suficiente.
Eso de nuevo ocurre para unos pocos, recuerden la desigualdad. Lo que se pide en realidad es una condena y un proceso de recuperación completo que los haga reinsertarse en la sociedad luego de haber purgado la pena. No estamos muy seguros tampoco de que ese sea el rol de una penitenciaría y un gran sector de la sociedad solo desea lo peor para aquellos que cometieron algún crimen ampliamente promocionado por la prensa, que en parte vive de eso. Nos incomodan la inseguridad y la corrupción, pero no estamos convencidos de cuál debería ser el proceso penal que deba llevarse a cabo para castigarlas.
Los corruptos ya saben cuál es el proceso.
Primero chicanas que duren largos años y que lleven al cansancio de la sociedad, que siempre tiene un nuevo corrupto que hace olvidar al anterior. Esto no falla. Mientras tanto dicen ser víctimas de “persecución política”, el mismo negocio que abrazaron con pasión como senador, diputado o ministro.
Luego viene el “ingreso triunfal” a la agrupación especializada. Ahí aparecen los problemas de salud con lo cual se ganan unas horas fuera del lugar de espera o de fuga y los amigos de afuera lo visitan para conocer el lugar adonde podrían acabar. Lo hacen más por curiosidad y temor antes que por auténtica solidaridad.
Luego llega el triunfo de pasar a ser preso en su propia casa, que por lo general es un verdadero búnker con todas las comodidades y desde donde se sigue operando el poder de siempre. Mientras tanto la platea aplaude al nuevo ingresante a la Agrupación especializada en corruptos y altos criminales.
Paraguay requiere una política criminal especializada en la tarea de tratar con dignidad, decoro y justicia a los que se apartaron de la ley. Para eso hay que tener voluntad y deseo de dejar eso como legado.
Hasta ahora ningún gobierno en democracia lo ha hecho y por eso abundan los nostalgias que dicen que bajo Stroessner vivíamos mejor en una cárcel a cielo abierto… para todos. Al menos, era menos inequitativo que ahora.