La Fundación Roa Bastos brinda una pequeña parte de la colección de libros utilizados para crear la obra Yo el Supremo. La muestra incluye además de libros, manuscritos, fotografías, notas.
Acerca de los libros perdidos, cuando Roa Bastos debió emigrar a Francia, concretamente a Toulouse a dar clases en la universidad, era la época trágica de la dictadura militar en Argentina, dejó su departamento cerrado, pensando en regresar cuando las condiciones políticas cambiaran. Allí quedaron documentos, manuscritos, cartas y muchos libros. Ya se había editado Yo el Supremo, su obra cumbre que le llevó años de estudio e investigación. El regreso nunca se produjo y ese departamento fue entregado a la Agencia Literaria de Carmen Balcells, quien llevó los originales a Barcelona y los libros a un depósito en Buenos Aires. Posteriormente, ese depósito, por alguna razón, dejó de pagarse y fue subastado.
Hasta aquí la historia conocida, a partir de aquí se puede suponer lo sucedido. “Pensamos que se subastaron los libros en lote, y que, el dueño escogió los que le gustaron y el resto los mantuvo en un depósito, hasta que los herederos habrían decidido deshacerse de ‘esos libros viejos’ y arrojar a la basura los que no les interesaban”, según la Fundación.
De este modo, el esposo de Celina encontró casualmente ese grupo de libros, aproximadamente 150, y una vez que los llevó a su casa y los examinaron con Celina Brittez llegaron a la conclusión de que le pertenecían a Roa.
El espacio Augusto Roa Bastos en el Juan de Salazar muestra sus documentos, manuscritos, cartas y muchos libros.