Esto es lo que ha ocurrido con el caso del acta secreta de Itaipú, que estuvo a punto de llevarse por delante al Gobierno de Abdo Benítez, y que todavía sigue dando sacudidas. Coincidente con el primer año de Gobierno, provocó cambios en el Gabinete y en otros cargos de confianza. En las últimas semanas han acaecido nuevos hechos que generan inestabilidad, especialmente en el ámbito criminal, con episodios de violencia ligados al creciente poderío del narcotráfico en Paraguay, como la abortada fuga del penal de Itapúa, y el logrado rescate del narco brasileño Samura.
Más allá de la resonancia política de esos hechos, la actividad empresarial sigue en un estado de suspenso ante las incertidumbres que depara el futuro inmediato. El freno al crecimiento económico obedece a razones internas tanto como externas, entre las adversidades climáticas, el descenso del precio internacional de los principales rubros de exportación, el coqueteo con Taiwán y China Nacionalista y la inestabilidad que generan las fluctuaciones políticas en Argentina y, en menor medida, en Brasil.
Pero no es el clima la única fuente de incertidumbre interna. Una gestión, al menos desprolija del actual Gobierno, no facilita las cosas para el empresariado responsable y comprometido con el país, que sigue afrontando la competencia desleal de la informalidad, problema éste que ninguno de los gobiernos anteriores ha sabido resolver.
Creo que la forma de encarar la formalización de la economía paraguaya no debe ser una lucha contra la informalidad, sino un esfuerzo colectivo hacia la formalidad, entre el sector público, las empresas legalmente constituidas y los micro y pequeños emprendedores que actualmente eluden al Fisco, a la seguridad social, a la bancarización y a regulaciones técnicas para el comercio y la microindustria. Muchas regulaciones y trámites públicos, por complejos, costosos o irrelevantes, conspiran contra la formalidad.
Por eso, esta iniciativa debe encararse como una negociación que conlleve ventajas para todas las partes, donde todos ganen y colaboren recíprocamente. La validez de este mecanismo de negociación en beneficio mutuo está comprobada mundialmente, porque supone un cambio de paradigma que sustituye el enfrentamiento por la cooperación. De hecho, su eficacia no se limita al ámbito de los negocios, sino que ha sido confirmada en casos políticos conflictivos, tanto a nivel internacional. como en procesos internos.
Los empresarios tenemos conciencia de que nuestra responsabilidad no se limita a los resultados económicos de nuestras empresas, sino al impacto en la sociedad. Lógicamente, la incompetencia preocupante de las instituciones públicas nos afecta, y tenemos conciencia de que somos socios obligados de los gobiernos para la creación de riqueza y el éxito de esa aventura que llamamos Paraguay.