“En esta discusión deberían participar todos los técnicos en forma amplia, no tanto que se designen a dos o tres personas, sino escuchar a todos. Seguramente seguirá el accionar de todas las comisiones asesoras, pero finalmente la decisión será política”, destaca.
Por eso, antes de analizar el perfil de quienes podrán estar en la mesa de negociaciones, el profesional prefiere centrarse en definir el objetivo y la directriz de las autoridades de las altas partes contratantes en la negociación. Si no se puede definir qué se quiere y hacia dónde se va, será difícil avanzar en las etapas posteriores, según dice.
Agregó que tal vez no se consigan todos los puntos a plantear en la mesa, pero lo que no se debe hacer es negociar a espaldas de la opinión pública, ya que no se conseguirán mejores cosas con esa tesitura.
Abogó por analizar el tema energético aisladamente de otros factores geopolíticos, como lo de autopartes y Maquila, porque Paraguay podría perder en ese sentido.
También refiere que no existen tantos nuevos actores en el espectro eléctrico, y más bien se notan discusiones a nivel del Congreso o del Poder Ejecutivo que derivan de decisiones con intereses y con críticas mutuas entre algunos referentes, porque seguramente quieren figurar o estar en lugares clave.
“Es importante que todos sepan del alcance y de lo que implica llegar a 2023; lo peor o mejor que podría pasar, ya que en una negociación no siempre se obtiene el 100% de lo que se busca”, analiza.
Lo que no debe ocurrir, según apunta, es que se replique lo que aconteció con Yacyretá, donde hubo conformismo en lo mínimo posible que se pudo conseguir.
Dice además que Paraguay plantearía cuestiones sobre tarifa, energía que no usa y lo que le venderá a Brasil.