La temida conferencia de prensa de la Embajada de los EEUU sumó nuevos “significativamente corruptos” a su lista negra. El misil alcanzó esta vez a Édgar Melgarejo, ex titular de la Dinac, a Jorge Bogarín, miembro del Consejo de la Magistratura y del Jurado Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), y a un funcionario judicial llamado Vicente Ferreira. Ellos y sus familiares “no son elegibles” para entrar a territorio norteamericano.
Melgarejo, por la ignominiosa causa de malversar fondos públicos en época de pandemia del Covid (caso tapabocas de oro). Bogarín y Ferreira, por intervenir en procesos afectando la “independencia e imparcialidad” del Poder Judicial.
La noticia causó sorpresa, porque la expectativa giraba en torno a Horacio Cartes y la probable acusación judicial en EEUU, como corolario de las acusaciones de vínculos con el terrorismo y las duras sanciones económicas impuestas por la Casa Blanca que dinamitaron el imperio económico del ex presidente. Por tanto, la incertidumbre sobre el futuro judicial del tabacalero seguirá marcando el tenso escenario electoral.
Si bien los citados nuevos corruptos no son peces gordos, sin embargo, la mención de Bogarín pone foco en el corazón de la podredumbre judicial y la mafia que maneja a su antojo la vida y los bienes de los ciudadanos sin amparo político y económico.
MODUS OPERANDI. Bogarín saltó al escenario como líder de los abogados, gremio que tiene representación en el Consejo de la Magistratura. Ganó las internas con apoyo explícito de Cartes. En los corrillos políticos era considerado el “nuevo González Daher”, por su estilo campechano y las gestiones. Por supuesto, se aseguró la representación ante el Jurado de Magistrados. Doble poder: Manejar la puerta de entrada y de salida del Poder Judicial y del Ministerio Público. Poder para nombrar fiscales y jueces, y garrote para castigarlos o dejarlos impunes. Así lo hizo con un fiscal de San Pedro, Jorge López, al que destituyó porque en el 2019 denunció a Vicente Ferreira por producción de documentos falsos. En el 2021, el JEM destituyó a López (con este caso se revela la conexión entre ambos). A finales de ese año, y ante la falta de respuesta institucional, López llevó las pruebas a la Embajada de EEUU. Destituido, sin seguro social, murió de cáncer esperando su restitución en el cargo.
Este caso no solo revela cómo se manejan los asuntos judiciales, sino cómo opera el JEM. Bogarín tuvo el apoyo de otros miembros para su cometido: el senador colorado Enrique Bacchetta, el diputado liberal Rodrigo Blanco, el senador liberal Silva Facetti y el diputado colorado Hernán Rivas, quienes deben explicar cuáles fueron los argumentos para votar la destitución. ¿Cómo analizan los casos que llegan al Jurado, qué pruebas tienen, cómo llegan a las conclusiones? ¿O las destituciones y absoluciones son trueques, monedas de cambio entre sus miembros? “A este le cortamos la cabeza”. “A este lo salvamos”. Hoy por ti, mañana por mí.
PONER FOCO. Un caso como este es apenas la punta del iceberg de la trama corrupta político-judicial que convierte en ficción de la independencia de la Justicia. Delata cómo es el entramado de la corrupción e impunidad con la intervención de la cadena de actores. Donde todos cumplen un rol, desde el más alto funcionario hasta operadores de poca monta como Ferreira. Todos en perfecta armonía para que la maquinaria siga trabajando y alimentando a sus verdugos. Y que si alguien decide salirse del molde, o cuestionar el sistema, terminará como el fiscal López.
Bogarín representa el cinismo del sistema. Apenas pidió permiso para el JEM, pero sigue siendo miembro del Consejo de la Magistratura. Sus colegas esperan su renuncia, pero dicen que tomará el camino del vicepresidente Hugo Velázquez: permanecer en el cargo hasta finalizar su mandato. Gracias a este escándalo se supo de su exorbitante crecimiento patrimonial. En 7 años saltó de un modesto G. 3.800.000 a casi G. 1.500 millones. Y como si fuera poco, festejó al son de hurras y bombos su medalla de “significativamente corrupto”.
LENTES OSCUROS. Bogarín, Antonio Fretes, Javier Díaz Verón y otros que manchan las instituciones son personajes transitorios de una trama más profunda y perversa que hay que desmontar. No basta con destituciones y descarados “pedidos de permiso”, porque esta maquinaria perversa se reproduce a sí misma.
Es hora de enfrentar a esta mafia.
Pero para ello hay que dejar de lado la hipocresía vestida de falsos purismos.
“Ñemolentehu” es una frase popular del idioma guaraní, que significa “ponerse los lentes oscuros”. Pero su interpretación es otra. Equivale a “no ver”, “no investigar”, “dejar pasar”, “desentenderse”. Alude al funcionario que decide no ver el delito, la infracción, la injusticia porque sacará provecho de la situación.
Es hora de que los ciudadanos, las élites políticas y económicas que saben, ven y se indignan con este sistema se saquen los lentes oscuros y obren en consecuencia.