16 may. 2025

Es fácil hacer política cuando el Estado mantiene a seccionaleros

Ser presidente de una seccional colorada implica generalmente asegurarse un cargo en la administración del Estado, financiando con dinero del pueblo la actividad política del oficialismo, además de permitir el acceso a otros recursos gubernamentales. Tan solo en Asunción, 38 de los titulares de las 45 seccionales de la ANR gozan de cargos en instituciones públicas y binacionales. La obscena relación prebendaria colorada, con algunos imitadores también en otros partidos, responde a la ilegal práctica de considerar al Estado como un botín a ser asaltado desde las estructuras del poder. Esta manera delincuente de entender la política ya se ha vuelto tan común en nuestra sociedad que a muchos les parece completamente natural o normal. Urge realizar cambios de raíz para recuperar el sentido moral de la política en su verdadera concepción de servicio al bien común.

Ya a casi nadie le extraña que el presidente de una seccional colorada, organismo de base de la Asociación Nacional Republicana (ANR), centenario partido que viene gobernando el país desde hace siete décadas, con muy breve interrupción, tenga al mismo tiempo un importante cargo en alguna institución pública o en una entidad binacional, con un elevado sueldo pagado con dinero público.

Tan solo en Asunción, de las 45 seccionales coloradas existentes, hay 38 presidentes de seccionales que han sido premiados con importantes cargos y elevados sueldos, tal como lo ha informado un reporte de este diario publicado el lunes.

Por poner algunos ejemplos, Carlos Morel, presidente de la Seccional 1, es miembro del Consejo de Conatel, con un ingreso mensual de 25.178.600 guaraníes; María Digna Roa, titular de la Seccional 3, también es miembro de Conatel, con un ingreso mensual de 25.178.600; Miguel Ángel Zárate, presidente de la Seccional 11, está en Aduanas, con un sueldo de 13.786.875; el presidente de la Seccional 31, Mauricio Espínola, es a la vez el secretario privado del presidente Mario Abdo Benítez, con un sueldo de 19.433.570; Pedro Julián Lezcano, de la Seccional 33, ocupa el cargo de director del Policlínico de la Municipalidad de Asunción, también con un salario de 19.433.570; Andrés Alvarenga, de la Seccional 32, es miembro del Consejo del Crédito Agrícola de Habilitación, con un salario de 18.052.700; César Mafaldo Velilla, de la Seccional 36, es funcionario de Yacyretá, con un ingreso de G. 20.018.545.

Son solo algunos de los casos. Quienes quieran ver la lista de los 38 casos solo en Asunción, pueden acceder al reportaje publicado el lunes en Última Hora, con el título: Casi todos los seccionaleros de la capital viven de sueldos del Estado.

Su trabajo principal, según el informe de este diario, consiste en organizar a las bases de sus comunidades para juntar la mayor cantidad de votos en el día de las elecciones para el Partido Colorado. “Si gana el partido, ganamos todos”, es la frase que constantemente repiten los dirigentes, ya que les asegura estabilidad, mejoras salariales y más cupos para sus bases en las instituciones públicas, para completar el engranaje de la maquinaria electoral.

El informe describe que ellos saben muy bien que su trabajo es hacer ganar a presidentes, intendentes, diputados, senadores y concejales, y que de ellos dependen para llegar, por lo que siempre caen bien parados. Es una suerte de poder que les otorga el Partido Colorado, porque ante la ineficiencia del Estado y la pobreza, se hacen referentes en las comunidades gestionando desde medicamentos hasta cajones fúnebres.

La obscena relación prebendaria colorada, con algunos imitadores que también existen en otros partidos, responde a la ilegal práctica de considerar al Estado como un botín a ser asaltado desde las estructuras del poder.

Esta manera delincuente de entender la política ya se ha vuelto tan común en nuestra sociedad que a muchos les parece completamente natural o normal.

Urge realizar cambios de raíz para recuperar el sentido moral de la política, en su verdadera concepción de servicio al bien común.