“Pensemos en Herodes –propuso el Santo Padre–. ¡Con cuánta cortesía recibió a los Magos! Y luego, en el momento de despedirse de ellos, les dijo: ‘¡Id, y luego regresad y decidme dónde está el Niño para ir yo también a adorarle!’. ¡Para matarlo! Es el hipócrita que tiene dos caras. El embaucador”.
“Jesús –continuó–, hablando de los doctores de la fe, decía: ‘Esos hablan, pero no hacen’: es otra forma de hipocresía. Es un nominalismo existencial: el que se piensa que con decir las cosas ya está todo hecho. No. Las cosas se hacen, no solo se dicen.
El Papa explicó que “el hipócrita no es capaz de acusarse a sí mismo: nunca encuentra en sí mismo mancha alguna, siempre acusa a los demás. Pensemos en la parábola de la paja y la viga. Así se puede describir esa levadura que es la hipocresía”.
El Pontífice animó a los asistentes a la Misa a hacer examen de conciencia y preguntarse: “¿Con qué espíritu hago las cosas? ¿Con qué espíritu rezo? ¿Con qué espíritu me dirijo a los demás? ¿Con en un espíritu constructivo o con un espíritu de aires divinos?”.
En este sentido, puso como ejemplo a los más pequeños: “¡Con cuánta sinceridad se confiesan los niños! Los niños nunca dicen una mentira en la confesión. Nunca dicen cosas abstractas. ‘He hecho esto, he hecho aquello…’. Son concretos. Los niños, cuando están delante de Dios y delante de los demás, dicen cosas concretas. ¿Por qué? Porque tienen la levadura buena, la levadura que les hace crecer como crece el Reino de los Cielos”.
(Frases extractadas de https://www.aciprensa.com)