Pese a decretarse un perímetro de seguridad para proteger a los curiosos de los enormes fragmentos de roca caliente que se precipitan, aún son numerosos los que caminan hasta cerca del volcán, en el valle de Geldingadalir, cerca del monte Fagradalsfjall, a 40 km de Reikiavik. “Es increíble verlo”, indicó Henrike Wappler, una alemana que vive en Islandia. “Me siento muy pequeña frente al poder de la Tierra (...) ¡Pero no tengo miedo!”, añade junto a su hija.
Un rugido intenso advierte que la explosión es inminente, en esta zona deshabitada de la península de Reikianes, en el extremo suroeste de Islandia.
“Suena como un avión en el cielo”, indica Freija Wappler-Fridriksdóttir, una entre más de 2.500 personas que se acercaron el sábado. “No todos los días podemos admirar un volcán desde tan cerca. Es algo realmente asombroso y hermoso”, disfruta, sentada a unos 500 metros del cráter.
Visibles a decenas de km a la redonda, los géiseres de un color naranja brillante iluminan el cielo, con noches cada vez más cortas durante este mes de mayo. La Oficina meteorológica nacional considera que uno de los chorros de lava más intensos observados superó los 460 metros de altura, el miércoles. AFP