Cuando Mario Abdo Benítez estaba en campaña había prometido que daría prioridad a los préstamos otorgados por organismos multilaterales, por encima de la emisión de los bonos soberanos.
Al acercarse la fecha de las elecciones, su discurso se orientó a señalar que con los bonos soberanos financiaría la inversión en salud.
Ahora, su hermano y ministro de Hacienda, Benigno López, sorprende con la propuesta de elevar al Congreso un proyecto de ley por el cual el fisco pueda emitir bonos en cualquier momento del año sin autorización del Congreso, pero solo para mejorar el perfil de la deuda.
Al cierre del primer semestre de este año, la deuda pública ascendía a USD 7.761,3 millones, lo que representaba un 17,6% del producto interno bruto (PIB). Según un informe del Ministerio de Hacienda, a junio de este año la cantidad de bonos del Tesoro en circulación ascendía a USD 417 millones.
En el 2012, debido al aumento salarial desmedido aprobado por el Congreso –en su mayoría colorados–, comenzaron a emitirse bonos en el mercado interno con vencimientos de entre dos y seis años en promedio, un periodo muy corto para el Estado.
En los años sucesivos, el fisco vendió sus papeles a bancos, principalmente, para tener un flujo de caja constante y no cortar los pagos a proveedores, siempre con vencimientos muy cortos. Y esta deuda es la que necesita ser negociada y extendida a plazos mayores para que el Estado pueda comenzar a trabajar sobre un mejor gasto público.
Para ello, Hacienda también deberá superar otro corset: la Ley de Responsabilidad Fiscal, que establece mecanismos para manejar el gasto estatal. Esta normativa permite un saldo rojo en las cuentas fiscales de un máximo de 1,5% del PIB.
Hasta ahora, el Tesoro paraguayo no logra tener una cifra inferior al 1% de saldo negativo.
Modificar esta ley para aumentar el endeudamiento a costa de un mayor déficit fiscal no es recomendable. Por ello, la propuesta que el nuevo Gobierno acerque al Congreso Nacional deberá ser muy bien estudiada. Si bien Paraguay precisa seguir invirtiendo en obras públicas, y para ello necesariamente deberá seguir apelando al endeudamiento –vía bonos soberanos o préstamos de organismos multilaterales–, es necesario fijar topes anuales a esta fuente de financiamiento.
A la par, urge elaborar proyectos que permitan al sector privado entrar a invertir en obras de gran envergadura, garantizando la recuperación de su inversión, pero sin dejar de lado el aspecto social.
Ahora que comienza el gobierno, Mario Abdo Benítez deberá pactar con el sector político leyes económicas que garanticen mantener el crecimiento económico y la estabilidad fiscal.
Encontrar el equilibrio entre la inversión privada, el financiamiento a largo plazo y tarifas que puedan ser abonadas por el pueblo es una tarea que deberá ser terminada por este Gobierno si quiere que el Paraguay avance a la par de otros países.
Además, es necesario que las medidas económicas que ejecute Abdo Benítez tengan como principal enfoque a la clase social más desfavorecida, para que los índices de pobreza se reduzcan. Sanear las cuentas fiscales, con un endeudamiento controlado y el gasto público enfocado en la gente será la mejor herencia que pueda dejar cuando se vaya.