Pasó la Copa América de Brasil 2019 como banco de pruebas para una Selección Paraguaya que busca su rumbo, en medio de muchas dudas. Se sigue sin encarar este centenario torneo con actitud de pelear el título, pero el oscuro presente y la urgencia de encontrar un rumbo obliga a sumergir en ese laboratorio.
Para aplaudir la actitud y la garra, aunque preocupan los altibajos del grupo. Continúa siendo materia pendiente hilvanar dos buenas presentaciones, más allá si se gana o se pierde, encontrar un equilibrio anímico será fundamental. Depender siempre de la heroica no alcanza para volver a un Mundial. Quedó evidenciado que nos cuesta mucho proponer, pero nos sentimos cómodos contrarrestar una apuesta ofensiva del rival con presión y la marca escalonada.
Entre las confirmaciones resaltan la consolidación de Junior Fernández, que se adueñó del arco, puesto que en procesos anteriores no tuvo un nombre fijo. En la zaga central, Gustavo Gómez es el caudillo que tiene que encontrar su pareja ideal. Muchos apuestan por Balbuena (de alto desempeño en el torneo), aunque el cambio de perfil lo incomodó al capitán.
Valores sobran para hallar la dupla; Valdez, Escobar y Alonso serán vitales, solo es cuestión de encastrar la idea para encontrar esa zaga que juegue de memoria.
En mitad de cancha, lo de Miguel Almirón es fenomenal. El Miggy demuestra ser el hombre diferente, capaz de volcar con una fantasía la balanza e inventar juego. Debe ser arropado para ser bien aprovechado, con libertad en el campo, hay que edificar una sociedad para sacar el mayor rédito a un exponente diferente.
Richard Sánchez, el llamado a última hora, entró con fuerza. El debutante se desempeñó como grande y se ganó un lugar y pasó a ser jugador de Selección. Derlis González mostró un perfil maduro y comprometido, mientras que Óscar Romero evidenció la falta de un fútbol más competitivo. Rodrigo Rojas sigue siendo esa pieza de complemento. Arzamendia y Matías Rojas son otros a tener en cuenta. El lateral supo cumplir a cabalidad la doble función y el volante es alternativa para la generación del circuito de juego. La buena pegada de los zurdos tiene que ser una opción para recuperar fuerza en el juego aéreo.
Piris, Pérez y Ortiz tuvieron su chance de reivindicación ante Brasil. Interpretación y determinación en base al sacrificio le valen una chance más en puestos que dejaron dudas.
Sin convencer, Juan Iturbe, que fue mal ubicado, pero que no demuestra compromiso en la lucha y termina fastidiado con mucho grado de culpa. Cecilio Domínguez arrastra un bajo nivel que no le permite complementar una conjunción en ofensiva que se mueve en otro compás y Santander que evidenció ser muy lento y estático para la aceleración que pretende Berizzo.
Reconocimiento especial para Tacuara Cardozo, por la predisposición y las ganas de acompañar al grupo. El último de los históricos probablemente tuvo mayor aporte en el vestuario. En cancha mostró chispazos de jerarquía, pero la edad no le permitirá llegar a completar el proceso 2022.
PARA LO QUE SE VIENE. Sigue faltando el delantero peleador. Ese hombre en punta en el cual descanse la salida del equipo, que sea el conducto de oxígeno y genere el desequilibrio, cuando se salten líneas, como así un hombre en el medio que marque los tiempos y sea capaz de darle cambio de ritmo.
No se puede sostener 90 minutos de ritmo intenso y la única elección no siempre debe ser la rápida salida. Factor sorpresa con gente pensante puede ser el camino más corto para desarrollar ese concepto de posesión.
El entrenador Berizzo deberá de ir adaptándose a nuestra realidad. Tiene una idea interesante de un fútbol ambicioso, pero nos sigue costando dar ese paso evolutivo. Lo urgente es recuperar la fuerza, respeto y temor que tenían los adversarios jugando en Asunción. Clave será tener sapiencia al momento de la elección de los nombres, que puedan dar soluciones a un esquema ya instalado, sin intentar improvisar, sacándolo al jugador de su puesto natural.
Esta Copa América 2019 tiene que servir de plataforma para edificar el sueño mundialista, siempre y cuando no se tomen decisiones apresuradas, caso contrario, tropezaremos con los mismos errores de las dos Eliminatorias anteriores, el cambio de mando en plena lucha.
Se viene el proyecto de la Sub 23, clasificatorio a los JJOO de Tokio, otra apuesta que será vital para ir construyendo una identidad. Hay jóvenes en el torneo local que pueden ir trabajando en ese plan, para que el tiempo de labor no sea una excusa. Se lo tiene que tomar con seriedad, ya que ellos son los que van a mecharse con esta camada ya madura que peleará por volver a una Copa Mundial.
