08 ago. 2025

En Ybycuí desafían a dinastía de la frutilla

Rubro. En Paraguarí, en varios distritos  cultivan frutilla y desafían  a dinastía de Areguá con  cepa dulce y duradera.

Rubro. En Paraguarí, en varios distritos cultivan frutilla y desafían a dinastía de Areguá con cepa dulce y duradera.

Cuando se habla de frutilla, por inercia se piensa en Areguá. Cuando se habla de quiénes la producen, por fisonomía se la asocia a familias del campo, no a jóvenes con formación universitaria.

Una joven de la colonia Agustín Goiburú de la ciudad de Ybycuí –Paraguarí– es la excepción a esta regla; incluso desafía la dinastía que tiene Areguá con una variedad “más dulce y duradera” de frutilla.

Hace cinco años, Patricia Figueredo tuvo su primer contacto en un vivero de Acahay, siendo estudiante de Administración Agropecuaria, y ahí comenzó esta pasión por la frutilla. De allí se llevó varios ejemplares para iniciar su propia huerta. Los dos primeros años fueron difíciles. “Se me murieron todos mis plantines”, cuenta la joven de 26 años de edad.

Por eso, asumió el reto de investigar y tomó su experiencia como tema de su tesis de grado. Con su tesina quiso demostrar que este cultivo es válido como salida laboral y sustento familiar también en su pueblo, donde por entonces nadie se dedicaba al rubro. “Hace cuatro años, cuando hice mi investigación para mi tesis, no había productores de frutilla en Ybycuí. Había en Acahay, en Quyquyhó, en Carapeguá, pero en Ybycuí, no. Ahora sé que algunos tienen, pero en pocas cantidades porque debe recibir muchos cuidados”, dice.

Ella quiere dar el ejemplo con una variedad dulce, la sweet charlie, que cultiva y que –asegura– “es más duradera y dulce” que la de Areguá.

“Las frutillas de Areguá son hermosas y gigantes. Pero la diferencia que tiene esa frutilla con la mía es que se descompone más rápido; cosechás a la mañana y a la tarde tenés que vender todo porque para el otro día ya no sirve”, compara con la suya que puede almacenarse en la heladera una semana, según refiere.

Aparte, su cultivo es orgánico: evita usar químicos que maximicen la producción. Elabora ella misma sus abonos y remedios para espantar a las plagas –bichos y malezas– que persiguen al fruto.

Vende casi el doble más barato de la que les llega de la Capital de la frutilla: ofrece a G. 25.000 el kilo, mientras que la de Areguá se comercializa a G. 35.000 (en Asunción está a G. 40.000 el kilo).

No se le pasa por la cabeza dejar su valle. Le preocupa que muchos jóvenes migren hacia la ciudad. Por lo que piensa que es una opción válida la producción de frutillas como medio de subsistencia para las familias de su entorno.