Susana Oviedo
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En México, a partir de una reforma constitucional en 2014, y tras una larga lucha, los partidos políticos deben asegurar la paridad de género en sus candidaturas. Es decir, tienen la obligatoriedad de cumplir con el equilibrio de 50% de varones y 50 % de mujeres para las candidaturas al Congreso Federal y locales. Según la senadora Diva Hadamira Gastélum, a lo largo del proceso para lograr la democracia paritaria en su país no halló una mujer que se opusiera al tema. Y es que, como lo dice ella, “cuando se lucha por las mujeres, regularmente se entiende que vale la pena, aunque no estés en la política”. La senadora participó el viernes del panel internacional La plena participación política de las mujeres y la paridad, realizado en el Congreso Nacional, y de paso, respondió a nuestras preguntas:
–¿Cómo lograron que un partido tan antiguo, tradicional y machista como el PRI acompañara la aprobación del principio de paridad democrática con rango constitucional?
–Bueno, el machismo no es un tema de partidos. Yo lo describo como una enfermedad que hemos pasado de generación en generación. Hemos combatido el sarampión, la viruela, la parálisis, pero no hemos tenido la capacidad de terminar con una epidemia, con carácter de pandemia, como es la discriminación en contra de las mujeres. El creer que la paridad no es necesaria para el desarrollo humano, para el desarrollo de los pueblos, no es nomás del PRI, está en todos lados.
La gran trampa está en los partidos. Es donde pactan, distribuyen, vigilan qué les estorba, qué deben de quitar. En público expresaban que estaban a favor del tema de la paridad, pero en los hechos, nada más alejado de la verdad. En realidad, no estaban con nosotras, y eso permitió, en una crisis tan fuerte, como la que tiene Paraguay en este momento, salir adelante en positivo. Por eso creo que en este país, esta crisis va a hacer favorable para aceptar, casi al último, la adopción y puesta en vigencia de la paridad de género. Paraguay se ha quedado como una isla en esta materia. Todos los países de la región, del continente, han avanzado en ello.
–¿Por qué habla en términos de crisis al referirse al impulso del tema de la paridad democrática en Paraguay?
–Porque ha habido una resistencia muy fuerte y han generado atrás de esta ley muchos miedos. Atrás de una propuesta legislativa muy clara, que es de participación política, generaron otras cuestiones sobre las que les da terror pensar, y que invocan para que la sociedad crea que están defendiendo el progreso. ¿Quién está en contra de la vida? Creo que se tiene que revisar todo lo que hay alrededor de esto.
–¿Por qué los partidos son los que más se resisten a la paridad de género?
–Porque creen que no nos corresponde a las mujeres. Creen que no estamos preparadas, también creen que les estamos quitando algo a los varones; creen que es algo que puede esperar. Han puesto en la mesa el tema de habilidades y capacidades, con perversidad, para decir que las mujeres no sabemos hablar, no sabemos pararnos, no sabemos cabildear. ¿Y a ellos quién les prepara? ¿De dónde sacan que saben hablar, que son buenos candidatos, que no son corruptos, que saben manejar presupuestos mejor que una mujer? ¿Quién les dijo? ¿Quién los evalúa, quién los certifica? Una pregunta que les hago es: ¿Se certifican solos?
–¿Es normal que en la incipiencia del debate sobre la participación igualitaria de las mujeres surjan voces que quieran reducirla a una cuestión de feministas, y desde una connotación negativa?
–Es que no saben qué significa feminista o no les da las ganas de saberlo. El feminismo tiene que ver con la defensa de los derechos humanos de niñas y mujeres, no tiene otro propósito. Pero, a ver, yo venía viendo cómo aquí invocan mucho la familia, que hay que cuidar mucho la familia, compuesta por papá y mamá, etc. Este es un país de 7 millones y medio de habitantes, y es escandaloso el número de hijos extramatrimoniales.
¿De cuál familia hablan?, porque la mayoría son de madres solteras, y los hijos son fruto de relaciones extramatrimoniales. Es esta doble moral que tanto daño nos ha hecho a las mujeres, particularmente, pero también a la sociedad en su conjunto, porque cuando hablan de la familia, no sé qué es lo que están cuidando, porque la tienen totalmente descuidada. Había que revisar qué pasa acá, cuáles son los intereses que impiden que no prospere la paridad de género. Me impresiona ver cómo han involucrado a las mujeres para que se opongan a la ley de paridad.
–¿Por qué le llama la atención eso?
–Porque es un fenómeno que no lo había tan evidente como lo vemos en Paraguay. En mi país yo no encontré una mujer que se opusiera a la paridad, aunque no fuera política. Cuando se lucha por las mujeres, regularmente se entiende que vale la pena. Aquí en Paraguay hay todo un movimiento, y me atrevo a decir, patrocinado por hombres que no quieren tener a las mujeres en la mesa de negociación y donde se toman las decisiones. Y esas mujeres, que son cómplices de ellos, operan para poder dividir.
–¿Cómo se gana la adhesión de más sectores a una causa como esta?
–A mí me parece que no es correcto dejar esto solamente en manos de las senadoras que integran el movimiento que promueve el principio de la paridad democrática. En el caso de México fue exitoso, primero, porque se luchó mucho tiempo por este tema. Nosotros descubrimos hace tiempo que el derecho a votar y ser votada es una tomadura de pelo, porque en México cumplimos 64 años de esto, y recién en la actual integración del Congreso vamos a tener paridad. Hay que explicar a la sociedad que todo lo que le han hecho creer al respecto, como que atrás hay una tendencia al aborto y al matrimonio igualitario, es mentira.
–Además del Congreso, ¿dónde más se da la paridad de género en México?
--Nos falta entrar a otros poderes. Si fuera democracia paritaria, debería permear a la iniciativa privada inclusive. Los partidos tienen que poner el mismo interés en las candidaturas de las mujeres como en las de los varones. Nosotras hacemos ganar a los hombres. En México, la legislación todavía está coja, falta que la paridad permee transversalmente a los demás poderes y a los órganos autónomos. La democracia paritaria es más que ir a ser candidatas.