De un lado y del otro de la avenida Perón, a la altura de la calle El Trabajador, ayer se vivió un clima de oración. Los conductores montados en camiones, automóviles, motocicletas hasta ómnibus se acercaron para recibir la bendición de los 16 hermanos capuchinos que emprendieron, como cada primer sábado de mayo desde 1999, una maratón de oraciones y agua bendita sobre el asfalto.
Con bandera extendida, el grupo de motociclistas viajeros Desenfrenados Motor Club se plegó a pedir la bendición. Carlos Núñez, uno de los moto-viajeros, explicó que resolvieron acercarse hasta los capuchinos para pedir la bendición porque quieren más de seguridad en las rutas.
Los conductores recibieron con alegría de manos de los hermanos, además de agua, una estampita de San Leopoldo de regalo, que contiene los 10 mandamientos del manejo defensivo.
Cada vez es más frecuente que la actividad no solo convoque a los conductores, sino también a toda su familia. Los hermanos organizan anualmente dos ceremonias públicas importantes: la bendición de vehículos y de animales. La última actividad se emprende cada 4 de octubre en el Día de San Francisco, patrono de la ecología.
El objetivo de esta bendición de vehículos fue hacer que las personas sientan la cercanía de Dios y para que reciban la gracia de llegar siempre bien a sus destinos, pero fundamentalmente para concienciar sobre el manejo responsable.
“No es que yo bendigo mi vehículo y ya puedo hacer cualquier macanada. La bendición es un compromiso. Dios te va ayudar, pero tengo que hacer mi parte, no estar ka'úre. No exagerar con la velocidad, sino respetar las leyes de tránsito”, comentó el hermano Mariosvaldo Florentino.
“Los que van a conducir y los que van a andar en él, que puedan hacerlo con prudencia con la gracia de nuestro Señor que nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Reciban la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén”, rezó el hermano al oído de Rocío Gómez, quien acompañó a su esposo a la actividad religiosa por una cuestión de fe.