José Nicolás Morínigo A.
El viernes 31 de octubre nunca se olvidará. Pasó como una noticia cargada de tristeza, pero el día en que se encontró en el sótano del ex Ministerio del Interior la prueba material del horror stronista, quedará como ejemplo dramático de un tiempo que nunca más debe repetirse.
En el sótano, en un espacio inundado por el odio y por el agua, se encontraron: la perversidad de un régimen político despótico y la perversidad de la conducta de algunos hombres, de carne, hueso y espíritu, esto último aunque no lo deseamos creer. Han quedado objetos, archivos, fotos, como mudos testimonios de los que sufrieron el horror de la perversidad de un régimen político y el horror específicamente de algunas instituciones y también la maldad repugnante de personas que manchan y ofenden el origen de la dignidad humana.
Allí, oculto, estaba la réplica de las cámaras de tormento que antes en el tiempo y antes en la historia, algunos la utilizaban soñando que ayudarían a encontrar la verdad.
Pero este submundo nuestro era real, era verdadero y era el rostro oculto que permite comprender en toda su magnitud las características del régimen político stronista.
Este régimen que para muchos no era sino un régimen duro, un régimen para mantener la paz, para mantener la democracia a lo Paraguay, como si fuera que esa simple mentira, opuesta a la verdad universal, todo lo justifica.
Pero ahora es necesario intentar una respuesta racional, sensata, que devuelva la paz verdadera y la tranquilidad a nuestra sociedad. Si no somos capaces de dar una respuesta seria a esta situación, en un tiempo más próximo que lejano lo lamentaremos con ríos de lágrimas, sin poder cambiar nada.
Más que nunca esperamos que quienes estaban equivocados sean capaces de hacer un acto de contrición, o lo que es igual, un acto de arrepentimiento sincero que lleva consigo la realización de acto visible que indique la veracidad de la nueva posición.
Siempre recuerdo la tragedia griega Edipo Rey, no tanto por las características del hecho, como por la decisión que toma Edipo de destruir sus ojos como un acto de reparación que hoy, en nuestro tiempo, no debe ser similar para demostrar la triste consecuencia de la violación de las normas de la ciudad, en nuestro caso de las normas justas plenamente vigentes. No solo hace falta arrepentirse, sino demostrar con las consecuencias de los hechos el arrepentimiento profundamente sincero.
Por eso, no por un acto de venganza sino de justicia, se debe plantear la extradición de los culpables. Y que todas y todos aquellos que no han hecho todo lo posible para conocer, cumpliendo sus funciones públicas, la verdad del stronismo, expliquen por qué no lo ha hecho, solo así tendrá sentido la continuidad en sus funciones.
De ahora en más, salvo que algunos o algunas demuestren un corazón inhumano y que nuestra sociedad no sea capaz de empezar a caminar un nuevo camino de justicia, ya nadie y mucho menos las instituciones que funcionan en nuestra sociedad podrán callar con el silencio cómplice tantos años de un régimen despótico que tanto daño a hecho a nuestra sociedad, como agrupación social, cultural y política que expresa los sueños y las esperanzas de lo que significa ser parte de los que algunos conocen como el nuevo continente.
Los llamados agujeros negros demuestran la existencia de un lugar en el universo cuya densidad material no deja escapar nada. Todo queda atrapado por esa peculiar voracidad, que engulle hasta la luz, dejando todo en tinieblas.
Existen también, ahora metafóricamente hablando, agujeros negros sociales, que en nuestra sociedad devoran cualquier atisbo de transformación.
El primer agujero negro se tragó a las personas que cumplían algunas funciones políticas. Ese agujero, es normal que se haya tragado a las personas que realizaban funciones políticas en las instituciones públicas. Nuestro drama es que el cambio electoral democrático se dio en el marco de un régimen político que confundía el Estado con el Partido. Era un régimen que abrió el camino al cambio, que está aún, por realizarse.
Por eso, lo importante no es apresurarse en llegar, sino saber que se avanza para llegar.
El segundo agujero negro es el silencio ruidoso de una élite de dirección intelectual y moral para toda la sociedad. El problema no radia en la ausencia de capacidad, sino en la falta de una experiencia democrática para construir un plan de acción colectivo frente a estas demandas: a) la necesidad de un plan de institucionalización democrática, en todas las instancias organizativas del Estado. El peligro frente a este problema es la continuidad de la inercia institucional. b) Plan de acción común contra la corrupción. Se debe cambiar un estilo erróneo de funcionamiento, que se empotró en el Estado. c) Plan colectivo de lucha contra la pobreza, no desde una perspectiva individual, sino social. Las claves deben ser en este punto, la organización y la acción comunitaria. d) El problema de la educación y de la salud no como esfuerzo de individuos sino de grupos sociales, que desde luego está formado por sujetos relacionados y haciendo conjuntamente el espacio social donde viven. e) Urge dignificar y moralizar a las Fuerzas Armadas y Policiales. Es una extraña feliz tragedia el haber visto que los oprobios del régimen stronista están acompañados de las pruebas correspondientes, que nunca dudamos que existían.
Cuánto queda por desmontar de un esquema perverso.
El tercer agujero negro que todo lo está tragando, creando confusión, es la ausencia de claridad con respecto a la sociedad en la que queremos vivir, y sobre todo a las actividades que tenemos que realizar para aproximarnos a esa sociedad del futuro.
En medio de un escenario con grupos sociales cuyos dirigentes se sienten con capacidad para presentar sus demandas, es necesario un espacio de diálogo, de intercambio directo. Los espacios políticos no sustituyen a los espacios sociales.
El cuarto agujero negro surge de las dificultades para que un grupo social sea capaz de unificar sus intereses en relación con los intereses de otros grupos sociales amplios. Es una demanda sentida la formación de un bloque histórico.
A todos no alcanzarán los beneficios directos, pero el aporte al funcionamiento social en su conjunto creará las condiciones adecuadas para producir un clima beneficioso para todos. Por eso es fundamental conocer los efectos sociales que trae una forma de producir.
El quinto agujero negro es la ausencia de un actor político con capacidad de plantear seriamente un proyecto de acción a corto y otro a largo plazo. No todos estarán de acuerdo, pero lo importante es respetar el marco constitucional y empezar el camino de los pasos que debemos seguir. Como siempre ocurre, aparecerán, como aparecieron antes y ahora, los pescadores en río revuelto.