Cada ministro está tratando de negociar un presupuesto que le permita salvar las presiones de la ciudadanía que está sufriendo altos niveles de apremio en todos los ámbitos. Desempleo, subempleo, informalidad, caída de ingresos laborales, teletrabajo, problemas de salud, los riesgos en el sistema de transporte, la falta de conectividad, los cortes de energía y agua evidencian la necesidad de fortalecer las políticas públicas con efectos directos en la gente en lugar de debilitarlas.
La solución a todos estos problemas exige políticas e instituciones públicas y, obviamente, recursos. Sin recursos no hay ninguna posibilidad de buenas políticas públicas, aun cuando las entidades cuenten con recursos humanos, que es lo que a veces sucede. En salud ese es el escenario más común. Las personas pueden consultar, pero no hay suficientes camas o abastecimiento de insumos y medicamentos, con lo cual las familias deben terminar pagando con sus propios recursos o por la vía del endeudamiento. Esta misma situación se repite en otros ámbitos.
En contrapartida, resulta que existen recursos innecesarios como un exceso de rubros para combustible, de beneficios salariales y no salariales sin vinculación con la formación académica o los resultados de gestión o sobrecostos en las compras públicas.
Ninguno de estos problemas que restan recursos para los servicios de calidad que requiere la ciudadanía han sido enfrentados en el Presupuesto 2021. La falta de racionalización y el persistente aumento de la deuda están ocupando fondos que podrían haberse destinado a mejorar servicios públicos.
A pesar de las promesas realizadas para mejorar la gestión presupuestaria, la autoridad fiscal no fue capaz de proponer y negociar cambios. Al final, el costo será asumido por la ciudadanía que, a pesar de que cumple sus obligaciones tributarias, no recibe buenos servicios y ahora también deberá empezar a pagar una deuda que hasta ahora no ha tenido efectos positivos en la gente.
El Ministerio de Hacienda, en lugar de hacer un esfuerzo por mejorar la calidad del gasto, optó por cortar recursos a ministerios esenciales y seguir endeudando al país en un momento en que lo que se necesita es mejorar sustancialmente los servicios básicos, sobre todo aquellos que impactan de manera directa en el control de la pandemia y la calidad de vida de las familias.
El compromiso gubernamental con la ciudadanía se puede observar por muchas vías. El esfuerzo y la valentía puestos en el diseño de una política fiscal que proteja a las personas en un momento crítico como el que estamos pasando son una señal contundente. El Presupuesto 2021 no refleja ese compromiso.