09 ago. 2025

El precursor: Preparad el camino del Señor

En este tiempo litúrgico, la Iglesia propone a nuestra meditación la figura de Juan el Bautista. Este es aquel de quien habló el profeta Isaías diciendo: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.

Plenamente consciente de la misión que le ha sido encomendada, Juan sabe que ante Cristo no es ni siquiera digno de llevarle las sandalias, lo que solía hacer el último de los criados con su señor; para ese menester cualquiera servía. El Bautista no tiene reparo en proclamar que él carece de importancia ante Jesús.

Ni siquiera se define a sí mismo según su ascendencia sacerdotal. No dice: “Yo soy Juan, hijo de Zacarías, de la tribu sacerdotal de...”. Por el contrario, cuando le preguntan: “¿Quién eres tú?”, Juan dice: “Yo soy la voz que clama en el desierto: Preparad los caminos del Señor, allanad sus sendas”.

Él no es más que eso: la voz. La voz que anuncia a Jesús. Esa es su misión, su vida, su personalidad. Todo su ser viene definido por Jesús; como tendría que ocurrir en nuestra vida, en la vida de cualquier cristiano. Lo importante de nuestra vida es Jesús.

El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal –cuando vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo–, debemos procurar no ser el centro. Lo importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado: Solo Él tiene palabras de vida eterna, solo en Él se encuentra la salvación. La actitud de Juan es una enérgica advertencia contra el desordenado amor propio, que siempre nos empuja a ponernos indebidamente en primer plano. Un afán de singularidad no dejaría sitio a Jesús.

El Señor nos pide también que vivamos sin alardes, sin afanes de protagonismo, que llevemos una vida sencilla, corriente, procurando hacer el bien a todos y cumpliendo nuestras obligaciones con honradez. Sin humildad no podríamos acercar a nuestros amigos al Señor. Y entonces nuestra vida quedaría vacía.

“A Jesús se le debe anunciar y testimoniar con fuerza y claridad, sin medias tintas, volviendo siempre a la fuente del «primer encuentro» con Él y sabiendo vivir también la experiencia de la «oscuridad del alma». La «imagen del discípulo» trazada por el papa Francisco corresponde a los elementos esenciales de Juan el Bautista. Y precisamente en la figura del precursor, el Pontífice centró la meditación en una misa en la capilla de la Casa Santa Marta.

«Partiendo del relato de su predicación y su muerte, narrado por el Evangelio de Marcos (6, 14-29), el Papa dijo que Juan era “un hombre que tuvo un breve tiempo de vida, un breve tiempo para anunciar la Palabra de Dios”. Él era “el hombre que Dios envió a preparar el camino a su Hijo”.

Pero “Juan acabó mal”, decapitado por orden de Herodes. Se convirtió en “el precio de un espectáculo para la corte en un banquete”. Y, comentó el Papa, “cuando existe la corte es posible hacer de todo: la corrupción, los vicios, los crímenes. Las cortes favorecen estas cosas”.

En conclusión, el papa Francisco sugirió un examen de conciencia “acerca de nuestro discipulado” a través de algunas preguntas: “¿Anunciamos a Jesucristo? ¿Progresamos o no progresamos en nuestra condición de cristianos como si fuese un privilegio?”. Al respecto es importante mirar el ejemplo de Juan que “no se adueñó de la profecía”.

Y luego un interrogante: “¿Vamos por el camino de Jesucristo, el camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento para el servicio?”.

Según el Pontífice, si nos damos cuenta de “no estar firmes en esto, es bueno preguntarnos: ¿cuándo tuvo lugar mi encuentro con Jesucristo, ese encuentro que me llenó de alegría?”.

Es un modo para volver espiritualmente a ese primer encuentro con el Señor, “volver a la primera Galilea del encuentro: todos nosotros hemos tenido una”. El secreto, dijo el Papa, es precisamente “volver allí: reencontrarnos con el Señor y seguir adelante por esta senda tan hermosa, en la que Él debe crecer y nosotros disminuir”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y https://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_2014)