MANILA - FILIPINAS
El papa Francisco llegó ayer a Filipinas, el país con mayor número de católicos de Asia, para una visita en la que se prevé que millones de ciudadanos asistan a los actos y sepelios programados.
El avión en el que viajó el santo padre aterrizó a las 17.36 local en la base aérea de Villamor, en Manila, donde le recibieron el presidente filipino, Benigno Aquino, miembros de su Gobierno y los arzobispos de Manila, Antonio Tagle, y de Lingayen-Dagupan, Sócrates Villegas, entre otras personalidades, según la transmisión en directo por televisión.
Un grupo de más de mil niños protagonizaron un colorido baile que imprimió el carácter festivo a la recepción del pontífice en Filipinas, nación que recibió por última vez la visita de un máximo representante de la Iglesia Católica en 1995.
Tras la salida del aeropuerto, el convoy del pontífice recorrió algunas de las principales calles de la capital de camino a la nunciatura (embajada del Vaticano) de Manila, donde se alojará durante su estancia en el país.
500.000 feligreses. Las autoridades filipinas estiman que al menos medio millón de personas salieron a recibir al santo padre.
Hoy, viernes, Jorge Mario Bergoglio tiene previsto acudir al palacio presidencial de Malacañang, donde se entrevistará con Aquino y con autoridades locales.
Poco después, dará su primera misa ante la presencia de arzobispos, sacerdotes y devotos en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Manila, tras lo que se reunirá con familias filipinas pobres.
Mañana, sábado, el santo padre se desplazará hasta la ciudad de Tacloban, en el este de Filipinas, para hablar con las víctimas del tifón Haiyan, que destruyó esa localidad en noviembre de 2013, y oficiar una misa.
El domingo, de vuelta en Manila, se reunirá con grupos de estudiantes en la Universidad de Santo Tomás y después oficiará otro sepelio, esta vez en el centro de la capital, al cual se espera que acudan más de seis millones de personas.
El lunes, tras una breve ceremonia de despedida, el papa Francisco partirá hacia Roma.
El viaje del pontífice a Filipinas ha estado precedido por meses de expectación en los que el Gobierno del país ha preparado a conciencia la visita, para la que desplegará más de 40.000 agentes de policía y soldados.
Se teme que la visita pueda verse afectada por la tormenta tropical Mekkhala, que se acerca a la costa este de Filipinas y llegará al país en los próximos días.