“El mundo cada vez más violento y bélico me asusta, realmente me asusta”, aseguró el pontífice en la víspera, al invitar a los presentes a acompañarle “en la profecía por la paz” durante la audiencia, a la que acudió en su papamóvil y en el que hizo subir con él a varios niños mientras saludaba y bendecía a los participantes, llegados de varios países.
Comunión y Liberación es un movimiento católico fundado en los años 60 por un sacerdote milanés, don Luigi Giussani (1922-2005), y su presidente durante 16 años, el español Julián Carrón, anunció en noviembre pasado su dimisión para favorecer un cambio en su cúpula, como había instituido Francisco con las nuevas normativas para las asociaciones de laicos.
En su intervención, el papa recordó que “la unidad no significa uniformidad” y pidió a los miembros del movimiento que no tengan “miedo a las diferentes sensibilidades y a la confrontación en el camino”.
“Es importante que la unidad sea más fuerte que las fuerzas de dispersión o el arrastre de viejas oposiciones. Unidad con los que guían el movimiento, unidad con los Pastores, unidad en el seguimiento atento de las indicaciones del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y unidad con el Papa, que es el servidor de la comunión en la verdad y la caridad”, subrayó el pontífice frente a unas 50 mil personas reunidas en la plaza de San Pedro.
“No pierdan el tiempo”
Y les pidió: “Por favor, no pierdan su precioso tiempo en charlas, desconfianza y oposición. Por favor, no pierdan el tiempo”, antes de afirmar que “la crisis hacen crecer a la gente”.
Francisco recordó el periodo de crisis del movimiento, en el que “ha habido graves problemas, divisiones, y ciertamente también un empobrecimiento ante un movimiento eclesial tan importante como Comunión y Liberación”, del que tanto la Iglesia como él mismo esperan “mucho más”.
Muchos políticos italianos pertenecen al movimiento y cada año organizan en la ciudad de Rimini un evento internacional de gran envergadura, el Meeting de Rimini, en el que participan los destacados exponentes de la política y economía del país, así como invitados de diversos naciones, quienes se refieren a diversos temas, experiencias y emprendimientos vigentes en el mundo.
La dimisión de Carrón, la primera entre los grandes movimientos y asociaciones de fieles, llegó después de que el papa Francisco decretase un cambio en las normativas respecto a los responsables de los movimientos.
Con la nueva normativa, el papa quiere evitar que en estas asociaciones de laicos se produzcan, “debido al personalismo, la centralización de funciones, así como expresiones de autorreferencia” eventuales “violaciones de la dignidad y la libertad personal e, incluso, verdaderos abusos”, según el Vaticano. EFE