La frase poco feliz del presidente Cartes de que al cerro León habría que meterlo en una jaula, hubiera sido una buena salida para un comediante. Pero no hay que desdeñar el humor para ironizar, que algo de razón tiene, pero en vez de enjaularlo habría que enrejarlo. Que es algo que sí conocemos con plazas cerradas para evitar las invasiones y reuniones de corte político que “deforestan” los sitios públicos.
Al cerro León hay que, si no enrejarlo, por lo menos defenderlo de la codicia de políticos que no ven una reserva natural, sino un montón de piedras a las que hay que aprovechar y poner canteras. Una buena salida para comerciantes despegados de la justicia, senadores que le rezan a Dios pero se olvidan que la salvación de cada uno es defender nuestro entorno. Un entorno que estamos depredando con consentimiento de las autoridades.
Por ahora los políticos van ganando la pulseada contra la honestidad y el sentido común. Pero hay todavía un buen número de personas con sentido común que están dispuestas a elevar su protesta e imponer un poco de justicia en la balanza. Las razones que inclinan las leyes no tienen “letra chica” que permite interpretar las leyes como a uno se le dé la gana y doblegar sus dictados con razones que sí darían para un chiste.
Algo similar quieren hacer con la llamada ley de “extinción de dominio” que en manos de inescrupulosos hará que valiosas propiedades sean enajenadas solo porque sus dueños están ausentes temporariamente.
Pero volvamos por favor al tema de cerro León, cuya defensa tendría que preocuparnos como si fuéramos unos fervientes ecologistas. Defender esa reserva natural contra injustas leyes promovidas por el interés del dinero. Y persistir en este reclamo porque no hay causas perdidas si se protesta contra algo que se cree injusto. Parece que, en verdad, lo que hay que enjaular es a ciertos sujetos que no consideran a los demás a la hora de respetar un país al que están devastando.
Los sojeros con sus agrotóxicos en donde sus cultivos valen más que la salud de la gente, los malvivientes que deforestan para sembrar marihuana, los traficantes de rollos que ven solo madera en los bosques.
Y si dejamos que esto continúe este país será el baldío más grande del mundo. No habrá paz, no tiene que haber tranquilidad para todos esos infractores consuetudinarios. Y esta nueva claque de políticos parece apoyar todo eso en nombre del progreso, obviamente, el de cada uno de ellos y ¿el de los demás?... que se jodan.