Eligiendo estas dos palabras dirigidas por Dios a su pueblo y poniéndolas juntas, Jesús enseñó una vez para siempre que el amor por Dios y el amor por el prójimo son inseparables, es más, se sustentan el uno al otro. Incluso si se colocan en secuencia, son las dos caras de una única moneda: vividos juntos son la verdadera fuerza del creyente.
Amar a Dios es vivir de Él y para Él, por aquello que Él es y por lo que Él hace. Y nuestro Dios es donación sin reservas, es perdón sin límites, es relación que promueve y hace crecer. Por eso, amar a Dios quiere decir invertir cada día nuestras energías para ser sus colaboradores en el servicio sin reservas a nuestro prójimo, en buscar perdonar sin límites y en cultivar relaciones de comunión y de fraternidad.
Pienso que mi prójimo es aquel que he preseleccionado: no, esto no es cristiano, es pagano. Se trata de tener ojos para verlo y corazón para querer su bien. Si nos ejercitamos para ver con la mirada de Jesús, podremos estar siempre a la escucha y cerca de quien tiene necesidad. Las necesidades del prójimo reclaman ciertamente respuestas eficaces, pero primero exigen compartir.
Con una imagen podemos decir que el hambriento necesita no solo un plato de comida, sino también una sonrisa, ser escuchado y también una oración, tal vez hecha juntos.
El evangelio de hoy nos invita a todos nosotros a proyectarnos no solo hacia las urgencias de los hermanos más pobres, sino sobre todo a estar atentos a su necesidad de cercanía fraterna, de sentido de la vida, de ternura. Esto interpela a nuestras comunidades cristianas: se trata de evitar el riesgo de ser comunidades que viven de muchas iniciativas, pero de pocas relaciones; el riesgo de comunidades “estaciones de servicio”, pero de poca compañía en el sentido pleno y cristiano de este término.
Dios, que es amor, nos ha creado por amor y para que podamos amar a los otros permaneciendo unidos a Él. Sería ilusorio pretender amar al prójimo sin amar a Dios y sería también ilusorio pretender amar a Dios sin amar al prójimo.
Las dos dimensiones, por Dios y por el prójimo, en su unidad caracterizan al discípulo de Cristo. Que la Virgen María nos ayude a acoger y testimoniar en la vida de todos los días esta luminosa enseñanza.
Atendiendo al reciente aniversario de la fundación del Opus Dei, se extractarán semanalmente preguntas y respuestas para conocer mejor a esta institución de la Iglesia Católica: … “¿Qué características tiene concretamente la prelatura personal del Opus Dei? El Opus Dei es una prelatura personal de ámbito internacional, compuesta por un prelado, por un propio clero y por fieles laicos (hombres y mujeres).
Los sacerdotes de la Prelatura provienen de los miembros laicos. Seglares y sacerdotes cooperan orgánicamente en la misión de difundir el ideal de la santidad en medio del mundo y de promover, en particular, la santificación del trabajo.”
Asimismo, cada domingo extractaremos algunas frases de la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate, del papa Francisco, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, que nos pueda ser útiles en este momento de pruebas. ….A contracorriente…65. Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo.
(Frases extractadas de http://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2018/documents/papa-francesco_angelus_20181104.html, https://opusdei.org/es-es/faq/ y //www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20180319_gaudete-et-exsultate.html)