12 may. 2024

El funeral de Felipe de Edimburgo

El funeral por el duque de Edimburgo se celebró ayer con una solemne ceremonia en la capilla de San Jorge, en Windsor, para conmemorar la vida y el legado del consorte de Isabel II, con apenas 30 invitados y un pequeño coro que interpretó temas seleccionados por él mismo.

Fue un acto sobrio, de escala reducida a causa de la pandemia, sin sermón ni discursos de familiares o allegados –pues solo hablaron el deán de Windsor y el arzobispo de Canterbury– y con curiosos detalles cuidadosamente diseñados en vida por el propio príncipe Felipe.

Entre algunos toques personalizados de este evento histórico, precedido por un cortejo fúnebre con fuerte presencia de las Fuerzas Armadas británicas, figuró un altar de nueve cojines decorado con insignias muy significativas para el difunto.

Entre ellas, medallas y condecoraciones que le fueron asignadas por el Reino Unido y países de la Mancomunidad Británica de Naciones, junto con la insignia alada de la Real Fuerza Aérea (RAF) o las insignias de Dinamarca y Grecia –Orden del Elefante y Orden del Redentor respectivamente–, en un guiño a su infancia como príncipe de Grecia y Dinamarca.

SOLEMNE Y SIMPLE

La simplicidad marcó una ceremonia en el que la reina se sentó apartada, sola, de negro riguroso, con sombrero a juego y la consabida mascarilla.

El resto de los invitados vistieron de civil, rompiendo con la tradición que normalmente obliga a llevar uniforme militar en funerales reales. Una medida adoptada por la monarca para evitar, al parecer, que su nieto Enrique quedara excluido de esa etiqueta protocolaria.

El hijo menor de Carlos y Lady Di perdió sus títulos militares cuando en 2020 se apartó de sus funciones como miembro de la realeza para llevar una vida independiente, fuera del Reino Unido, junto con su esposa.

Los varones llevaron abrigo negro, con medallas e insignias mientras que las mujeres vistieron atuendos de día.

En la ceremonia, basada en lecturas bíblicas y cantos religiosos, el duque fue descrito como un hombre “amable, con sentido del humor y humano”, por el deán de Windsor, David Conner, el único que tomó la palabra junto al arzobispo de Canterbury, Justin Welby.

UN AIRE MILITAR

También el cortejo fúnebre que precedió al servicio religioso llevó la firma inconfundible del duque. Su fuerte vinculación con todo lo militar quedó manifiesta desde el comienzo de la procesión.

De hecho, antes de que el cortejo comenzara a moverse, guardias de la Caballería y Guardias a pie ocuparon sus posiciones en el parterre del castillo de Windsor, y fue la Banda de la Guardia Granadera, de la que el príncipe fue coronel durante 42 años, la encargada de liderar la procesión, seguida de altos mandos del Ejército.

El duque de Edimburgo gozó de una distinguida carrera en la Marina británica y pese a que dejó el servicio activo en 1951, siempre continuó muy conectado a la vida militar durante su vida pública.

Otro de sus deseos se tradujo en el coche fúnebre, un vehículo híbrido Land Rover que desplazó sus restos mortales a la capilla desde el castillo, y que fue diseñado y customizado a lo largo de casi 20 años por el propio duque junto con la casa de automoción.

Ese automóvil fue flanqueado por representantes de diferentes regimientos militares y seguido, también, por sus cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo.

Los restos mortales del duque de Edimburgo serán inicialmente depositados en el panteón real bajo la capilla de San Jorge.

Si bien el ataúd del marido de la reina Isabel II yacerá inicialmente en esa cripta, está dispuesto que cuando la monarca británica muera, se le trasladará a la capilla conmemorativa de estilo gótico de la iglesia Rey Jorge VI para que el matrimonio esté enterrado en el mismo lugar.

Despedida

La reina Isabel II dio el último adiós al hombre con quien estuvo casada 73 años, su “fuerza y apoyo”, el príncipe Felipe.

Las exequias de la realeza británica suelen ser de gran envergadura, planificadas durante años y concurridas por monarcas y mandatarios de todo el mundo. Pero las restricciones impuestas obligaron a modificar los planes para el entierro de Felipe, que falleció el 9 de abril, dos meses antes de cumplir 100 años. La ceremonia se limitó a 30 invitados íntimos con mascarillas y distanciamiento.


ÚLTIMO ADIÓS. Ayer, la familia real británica despidió a quien fuera la “fuerza y apoyo” de Isabel II, con quien compartió 73 años.

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