Desde nuestra Constitución de 1992 nos hemos movido permanentemente en un péndulo, entre presidencias excesivamente fuertes que deseaban perpetuarse en el poder, como la de Nicanor y Cartes, a presidencias extremadamente débiles que no podían gobernar, como la de Cubas-González Macchi, la de Lugo-Franco y ahora la de Mario Abdo Benítez.
Los razones del fracaso de nuestra democracia actual, en algunos aspectos tiene causas similares a las de muchos países del mundo, pero existen motivos propios de nuestro país, que han contribuido a dicho fracaso.
Muchas democracias están fracasando en el mundo porque cada vez más se forman Alianzas Electorales entre sectores de ideologías e intereses diferentes, con el objetivo de sumar votos y ganar las elecciones, pero que después hacen imposible la gobernabilidad.
Muchas democracias están fracasando en el mundo porque cada vez más el pueblo vota en contra y no a favor de alguien. La reciente elección en los Estados Unidos es el mejor ejemplo. La gente no votó a Biden sino en contra de Trump.
El problema es que estos candidatos llegan al gobierno pero sin un poder real, con una coalición electoral tan diversa que le hace imposible gobernar y sin un verdadero apoyo popular.
La democracia que iniciamos en 1989 está fracasando en el Paraguay, pero no solo por los problemas citados, sino además por motivos propios de nuestro país. Nuestra ingobernabilidad actual se debe a muchos factores, pero uno de los principales es nuestro diseño constitucional.
Un problema constitucional tenemos en el artículo 230 que dice que el presidente y el vicepresidente serán elegidos por “mayoría simple de votos”, es decir que no se requiere el 51% como lo exigen gran parte de las constituciones del mundo.
Este artículo fue redactado por los Colorados para evitar el Ballotage donde la oposición podría aliarse en una segunda vuelta. El resultado ha sido que todos los presidentes paraguayos –con la excepción de Cubas– han sido electos con menos del 50% de los votos, siendo Nicanor con el 37,18% y Lugo con el 41,13% los menos votados.
El otro problema constitucional está en el artículo 197 que impide que el que se candidate a presidente pueda candidatarse para senador o diputado. Este artículo fue redactado para perjudicar al principal líder opositor de esa época que era Domingo Laíno, pero el mismo ha perjudicado a todos los lideres de este periodo democrático que se candidataron para presidente y perdieron, como el caso de Argaña, de Oviedo, de Caballero Vargas y de Fadul, por citar algunos.
Estos líderes se quedaron sin ningún cargo, perdieron la presidencia y no pudieron ingresar al Congreso, que fue ocupado por políticos de segunda línea de sus respectivos movimientos.
El filosofo colombiano Bernardo Toro dice que una de las características de la democracia es la autofundación, es decir que cada sociedad construye su propia democracia. La que construimos en 1992 nos ha dado una democracia de muy mala calidad y en algún momento debemos animarnos a cambiarla.
Pero este no es el momento, porque en los próximos años tenemos que enfrentar los efectos devastadores de una terrible crisis sanitaria, económica y social que nos ha dejado el Covid-19 y tenemos que prepararnos para la renegociación del Anexo C de Itaipú.
Estos desafíos tendremos que enfrentarlos con nuestra actual constitución y con un gobierno extremadamente débil. Solo nos queda pedir a los líderes políticos… responsabilidad y mucho patriotismo… dejando de lado sus intereses electorales, para permitir un mínimo de gobernabilidad durante el periodo extremadamente crítico que nos espera.