@Encisoclarisa
La XVIII edición del Festival Mundial del Arpa llega a sus dos últimas jornadas este fin de semana, con un despliegue artístico que promete quedar grabado en la memoria de los espectadores.
El Teatro Municipal Ignacio A. Pane (Presidente Franco entre Chile y Alberdi) es el escenario en el cual la tradición y vanguardia del instrumento se abrazan, en un encuentro que ya se consolidó como uno de los más prestigiosos del mundo.
Jóvenes y maestros. En la fecha, la programación reunirá a figuras que muestran la diversidad de estilos y caminos que el arpa tomó en distintos continentes. Entre ellos, el paraguayo Víctor Espínola, con su propuesta innovadora y de alcance internacional; el joven Martín Portillo More, de apenas 19 años, quien aporta frescura a la tradición; el colombiano Yofre Brito, representante del arpa llanera; y el grupo Carapegüeño de José López, con el arpa de Antonio Rolón, trayendo la esencia de la música de tierra adentro.
Por su parte, la agenda para mañana domingo 5, jornada de clausura, está previsto que el público disfrute de la propuesta de Papi Galán junto a la Orquesta Indígena de Brasil, la energía creativa del ensamble Jeheka, el cruce musical entre Paraguay y Corrientes de César D’apollo y Gente Pora, la fusión intercultural del grupo Sonrisa (Paraguay-Japón), la impronta de Martín Garcete y el cierre festivo con Elías Balbuena y los ídolos de Piribebuy, en clave de polka a lo yma.
Con casi dos décadas de trayectoria, el Festival Mundial del Arpa se consolidó como un punto de encuentro entre generaciones, estilos y culturas, donde se celebran tanto la herencia popular como las búsquedas contemporáneas.
La capital paraguaya se despide de esta edición con dos noches en las que cada acorde será un homenaje a la memoria, un desafío creativo al presente y un puente tendido hacia el futuro del arpa en el mundo.
La voz de la tradición. En medio de la diversidad de artistas, una de las figuras que despierta atención es Martín Portillo, representante nato de la tradición arpística con más de cuatro décadas de trayectoria. Consciente del valor de su herencia, Portillo cree que el desafío actual es proyectar el arpa paraguaya hacia escenarios internacionales sin perder sus raíces.
“Hay mucho por hacer todavía. Nuestra música tiene un sello rítmico único, como el seis por ocho, que no es común en el mundo. Creo que debemos trabajar más en presentar proyectos innovadores que lleven nuestro sonido más allá de las fronteras”, comenta el ganador del Festival Rochas del Arpa (1990).
Para él, el festival no es solo un escenario, sino un puente de oportunidades.
“El Festival Mundial del Arpa significa muchísimo para los artistas. Es uno de los encuentros más importantes que existen y nos da la posibilidad de mostrar nuevas propuestas sin dejar de honrar lo tradicional. Es un espacio de búsqueda, de evolución”, explica.
El músico tuvo como inspiración a grandes maestros, entre ellos Nicolás Caballero, homenajeado de esta edición, de quien dice haber aprendido desde sus primeras grabaciones.
Portillo reconoce que equilibrar la fidelidad a la tradición y el aporte de un sello personal es un camino complejo, pero necesario.
“Es difícil mantener lo tradicional y a la vez involucrarte en cosas nuevas, lograr esa fusión para que guste. Es un trabajo similar al que hizo Paco de Lucía con el flamenco, llevándolo hacia otros géneros sin perder la raíz. Yo busco lo mismo con el arpa paraguaya: Mostrar que puede abarcar distintos estilos y culturas, sin perder su esencia”, finaliza el arpista.