Si bien esta denuncia es un caso particular, existen reportes, investigaciones, estadísticas oficiales e incluso normas vigentes, que revelan una realidad laboral extrema en la región.
La baja calidad del empleo en Paraguay es una de las características más significativas del débil crecimiento económico y de la inexistencia, en la práctica, de una institucionalidad laboral que proteja a los trabajadores, garantice la vigencia de las normas laborales y penalice su incumplimiento.
En la región chaqueña, esta situación se agrava. Existen varios informes acerca de la existencia de trabajo forzoso y servidumbre por deudas.
Este fenómeno dio lugar a la elaboración de una Estrategia Nacional de Prevención y Erradicación del Trabajo Forzoso que, a juzgar por el caso reciente y por los recursos públicos involucrados, ha tenido pocos resultados.
Los datos oficiales revelan que en el caso del trabajo indígena, a pesar de ser “asalariados”, no ganan el salario mínimo ni cuentan con la seguridad social del Instituto de Previsión Social (IPS).
Es más, con una ley especial, los trabajadores indígenas fueron excluidos del IPS para pasar a un régimen privado con menores beneficios, lo que crea una injustificable discriminación.
Por otro lado, los trabajadores de emprendimientos ganaderos también están excluidos del salario mínimo debido a una norma vigente que permite el pago de un salario bastante menor al mínimo.
Estas normas, que el Estado paraguayo debiera haber eliminado para garantizar la vigencia de los derechos laborales, legalizan condiciones casi inhumanas de trabajo, ya que esos niveles de ingresos en conjunto con la evasión a la seguridad social impiden no solo una vida digna, sino incluso salir de la pobreza. Es decir, gran parte de los trabajadores en la región chaqueña no logran ingresos ni siquiera para dejar la pobreza.
Paraguay tiene pendiente, además, la ratificación del Protocolo 2014 que busca actualizar el Convenio de Trabajo Forzoso de 1930. La persistencia de normas originadas alrededor de 100 años atrás en las que se permitían condiciones laborales hoy desterradas por su carácter inhumano, crea un contexto adecuado para casos como el registrado recientemente.
La situación se agrava si se considera la producción y riqueza que se genera en la región, gracias a estos trabajadores, pero sin que estos puedan disfrutar de los beneficios mínimos como son un salario que garantice un consumo básico y protección social.
Paraguay no puede seguir con un modelo económico y con normas que no logran garantizar ni siquiera condiciones mínimas de calidad del empleo.
Paraguay creó el Ministerio de Trabajo más de 100 años después de su existencia en el mundo occidental.
Esta es otra señal de la escasa relevancia que le damos al trabajo, a pesar de los discursos que idealizan el trabajo como único mecanismo para la movilidad social.
Es urgente que esta institución, junto con el IPS, plantee soluciones y cambios tanto en el ámbito normativo como en la implementación de políticas, para que la calidad del trabajo sea una realidad.