10 jun. 2025

El divorcio entre la macro y la micro

Por Pablo Alfredo Herken Krauer,
Analista de la Economía
Email: pherken@quanta.com.py
El nicanorismo económico recibió la peor herencia desde 1989, con una bomba que no explotó, en lo económico, lo político y social, cuando los pronósticos indicaban que nos argentinizaríamos, bolivianizaríamos y ecuadorizaríamos, con las respectivas crisis del 2002 en adelante en tales países, con un elevado costo país. La crisis global que muchos creían que se daría en Paraguay en el 2003 no ocurrió.
Ese mismo nicanorismo económico maneja hoy el mejor escenario macroeconómico, el más ordenado, el más disciplinado, el de mayor margen financiero interno y externo para cuidar la estabilidad (solo comparable con los años del boom de Itaipú).
Sin embargo, si se han mejorado los indicadores macroeconómicos, ¿por qué la visión de la realidad proporciona otra “verdad”? ¿Por qué la sensación térmica en la calle es de que estamos peor, vamos para peor, nada cambió para mejor y nada va a cambiar? ¿Nos miente la macroeconomía? ¿Todo lo que se dice del mejor escenario es mentira?
¿Existe un divorcio entre la macroeconomía y la microeconomía? ¿Entre los grandes números del Ministerio de Hacienda o del Banco Central del Paraguay (BCP) y el bolsillo y el estómago de Juan Pueblo? Sí. Lo hay. Veamos algunas razones por las cuales lo mejor de la macro no se ha convertido también en lo mejor de la micro:
1) Los costos de desactivar la bomba de tiempo heredada han consumido mucho tiempo y muchos recursos del Gobierno. Arreglar la casa ha implicado sacrificios. Y en esto no hay que echarle la culpa a los dos acuerdos stand by, firmados con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
2) La “historia” económica y social pudo ser otra sin la crisis agrícola por tres años de sequía con más de 1.000 millones de dólares de ingresos perdidos.
3) Si bien ha sido positivo el Nicanor que no se mete en el manejo técnico de la política económica, lo anterior ha sido negativo y contradictorio por su falta de liderazgo político para los cambios económicos de fondo, fundamentalmente, en la reforma del Estado.
4) Solo ha habido “buen” Equipo Económico en el Ministerio de Hacienda, aún con los cambios de jefes (Borda, Bergen y Barreto). El “resto” del Gobierno no ha tenido buen comportamiento.
5) Pero el alcance de gobierno del Ministerio de Hacienda sobre el aparato estatal ha sido muy limitado, ya que las empresas estatales y otras entidades se han mantenido como feudos políticos. El nicanorismo económico ha fracasado en la apertura de las empresas estatales al capital privado nacional y extranjero, frenando la inversión, el crecimiento y la generación de empleo. ¿Ejemplos? Cemento y agua, alcantarillado público y red cloacal. Se obstaculizó, en consecuencia, el sector de la construcción, madre de otras industrias. Además ha sido muy bajo el nivel de inversión pública en obras de infraestructura, sin lograrse la participación privada nacional y extranjera en los proyectos.
6) Se avanzó muy poco en la reforma del Estado (todo el aparato), y el muy importante pacto político del 9 de octubre del 2003 se fue deteriorando (y se rompió en febrero del 2006), cuando tendría que haberse profundizado para la realización de los cambios ambiciosos.
7) Lo anterior llevó a una oposición más destructiva (todo “anti”) que constructiva, con un Presidente que fue perdiendo la capacidad de concertar. Se paralizaron proyectos con costos económicos y sociales para el país.
8) El doble discurso de Nicanor, algunas veces “procapitalista” y muchas veces “anticapitalista”, ha generado incertidumbre a nivel empresarial, nacional e internacional, afectando el nivel de inversión privada. No se creó el mejor y realmente fuerte y atractivo clima de negocios.
9) La paralización y/o los atrasos en obras públicas claves, como la Franja Costera y el puente sobre el Paraná (con Brasil), sin olvidar la represa del Yguazú.
10) Los problemas de inseguridad jurídica, corrupción e impunidad, con invasiones de propiedad privada, delincuencia y mala imagen.
11) La expectativa negativa, pesimista, fatalista y autodestructiva de los paraguayos. El factor psicológico, clave en la generación de una expectativa positiva.
12) La expectativa no satisfecha (decepción) de la población por el abismo entre las promesas y las realidades del nicanorismo. Otra vez el factor psicológico.
13) La falta de una buena política de comunicación oficial.
14) Los cuellos de botella históricos de la economía y el país.
15) La resistencia al cambio en una sociedad muy conservadora.
16) El Paraguay muy desigual con una muy mala distribución del ingreso y la riqueza. El 10% más rico consume 90 veces lo que consume el 10% más pobre. Con el 38,2% de la población en la pobreza, y dentro de tal porcentaje con el 15% de indigencia o pobres extremos. La pobreza y la desigualdad me comprometen el crecimiento económico (círculo vicioso de la pobreza), el desarrollo económico, la estabilidad política, el juego electoral limpio o el desarrollo social cívico y político, la libertad, la democracia, la gobernabilidad, el empleo, un estado social con poder de regulación y participación social, la lucha contra la corrupción, los valores y principios del ser humano en sus bases éticas y morales, la seguridad ciudadana, la seguridad jurídica, el capital social que aglutina a la sociedad, la calidad de vida y la construcción de un país serio y moderno, con bienestar social.
Todos estos factores, y muchos otros, explican desde mi visión, la existencia del divorcio entre la macro y la micro. Tal separación se agudiza porque el nicanorismo económico ha hecho lo suyo, pero no se puede hablar bien de los resultados por culpa del nicanorismo político. Duele decirlo, pero hay que decirlo.