19 jun. 2025

El deber cumplido ayuda a mejorar la sociedad

Ignacio Gogorza Izaguirre (*)
Hoy celebramos Sábado Santo, día que contemplamos a Cristo en el sepulcro en la espera de su Resurrección. Con su muerte Jesús ha sido fiel a su misión y con su glorificación, mediante su Resurrección, nos ha salvado del pecado y de la muerte. Cumpliendo su misión con responsabilidad ayuda a la renovación de la humanidad.
Es lo propio de todo deber realizado con responsabilidad, colaborar al bienestar de todos. Cuando no existe este gusto al deber bien hecho aparece la hipocresía, la mentira y la corrupción. Males que sufrimos en la actualidad y que es preciso desterrarlos si deseamos un país más justo y en paz. De lo contrario continuaremos con la lacra que nos carcome a todos.
Al escuchar o leer estas cosas tendemos a pensar que son los otros que deben cumplir sus obligaciones con responsabilidad y no uno mismo. Sin embargo, el mundo no puede mejorar si cada uno de los que formamos no mejora, si no cumple con su deber en las diferentes esferas en las que vive y trabajan.
La mejora de la sociedad no es viable si no cambian las personas que la componen. Es verdad que también debemos luchar para cambiar las estructuras, pero no olvidemos que estas no son más que cristalizaciones de actuaciones humanas.
La corresponsabilidad se vuelve por tanto imprescindible. Ella supone la capacitación y la tarea, la obligación y la tarea, la obligación y el derecho de compartir con otros aquellas funciones, decisiones y acciones que se refieren, afectándolo, a un determinado orden de la realidad.
La corresponsabilidad se opone, sobre todo, a la indiferencia, a la pasividad, al absentismo, a la pereza, a la indolencia, pero también al acaparamiento, a la marginación, al “ordeno y mando”, a la imposición, al exclusivismo. Y a la vez, exige interés por colaborar, actividad comunitaria y solidaria, capacidad para el diálogo, compartir, unión armónica, compromiso grupal con los trabajos comunes.
Solo son corresponsables los que saben actuar responsablemente en su ámbito personal. La colaboración con los otros no resulta viable si uno no posee el sentido de la responsabilidad personal.
Por ello, no es lo mismo corresposabilidad y complicidad. Esta reconoce que la acción o la actitud es mala, pero, por puro ventajismo y sacar provecho propio, apoya y colabora para conseguir el objetivo, sin importarle el daño que hace al bien común. Mata la conciencia recta y fabrica la suya propia tomando como lema el adagio “El fin justicia los medios”. Se crea una sociedad permisiva y que justifica todo, sostenida por elocuentes discursos, lindas frases y palabras cautivadoras. Es lo contrario de la corresponsabilidad.
El buen discernimiento hecho con libertad, es decir sin presiones, ni intereses, ni temores, nos evitará caer en la tentación y actuar como corresponde. Ayudaremos de esta manera a mejorar la sociedad.
Encarnación, 5 de abril de 2007

(*) Obispo de Encarnación y presidente de la CEP.