18 jun. 2025

EL CONTEXTO AUTORITARIO

Claves democráticas

Una de las claves que explica la lenta evolución de la democracia paraguaya es la ausencia de un contexto histórico, social y económico que le dé vida y que sustente aquello que preconiza.

No se puede leer este proceso de manera lineal sin echar mano a la tentación autoritaria, la ignorancia primitiva y audaz, el analfabetismo soez y esa incapacidad de poder hacer de las ideas una fórmula nutriente de desarrollo social y político.

De eso habla Malcolm Gladwell quien escribió “La clave del éxito”, un libro que vendió más de un millón de ejemplares en su versión original en inglés. Él hace referencia en el poder del contexto a cómo la experiencia de los cristales rotos, del desorden, la suciedad y la tolerancia a hechos menores como convertir cualquier sitio en urinario, había creado en Nueva York a comienzos de los ochenta un ambiente propicio para que esta gran ciudad se convirtiera en la referencia del crimen y de la muerte.

El audaz como inteligente alcalde Giulianni y su asistente Bratton comenzaron con la política de “tolerancia cero” que reprimió todas las formas menores de faltas y con ello logró el impulso, la legitimidad y el contexto para disminuir dramáticamente los números rojos de la criminalidad cotidiana.

En un país desordenado, sucio, con ventanas rotas a las que nos hemos acostumbrado, a niños famélicos en las calles a los que justificamos con nuestra donación miserable es absolutamente normal que el secuestro, el crimen y la muerte se hayan convertido en noticias que venden y que se justifican porque hay un público que quiere verse aun sano en medio de la decadencia. Esto pasó en la gran depresión norteamericana de los años 30 en el siglo pasado y tanto la población como los medios de comunicación se acostumbraron a ese contexto degradado y buscaron explicaciones dentro de el. Hoy el problema central del Paraguay es la ausencia de un orden y de una jerarquía que valorice personas y conceptos. Todo vale. Están juntos y revueltos quienes no creen en la democracia con aquellos que tienen de ella una visión crematística y onírica. Están los que dicen que llegaron al poder para construir “una oligarquía campesina” en un perfecto oxímoron que demuestra que las reglas o definiciones se hacen cuando “no hay aplazados ni escalafón o cuando es lo mismo un burro que un gran profesor”. Ese cambalache alienta la criminalidad, se nutre de ella, vive y se desarrolla en ese contexto y encuentra repercusión mediática en medio de una larga depresión económica que lleva más de dos décadas y cuyos efectos sociales y políticos no se los quiere admitir de manera crítica.

Es claro que un contexto como el actual, la libertad no tiene sentido ni valor, la democracia no adquiere preponderancia como espacio de desarrollo de oportunidades y muy por el contrario ellas, la libertad y la democracia, son percibidas como territorios de pandilleros que gustan del insulto y el agravio como forma de justificar la carencia que padecen. Cuesta leer la democracia paraguaya porque el texto se ha escrito en medio de un contexto desordenado, desjerarquizado y del vale todo. Por eso hacemos de ella un pretexto electorista morboso que se renueva cada cinco años sin dejar absolutamente nada a la población que carece por ignorancia y analfabetismo de los recursos mínimos para sacar provecho de ella. El contexto define el sentido de nuestra acción cotidiana, si podemos cambiarlo habremos iniciado la renovación de fondo de una nación mediocremente autoritaria que no puede hacer de la democracia ni instrumento y menos aun: oportunidad.