Para quienes se tomaron unos minutos en la agitada cotidianeidad y observaron, al menos al paso, algunas obras de arte en murales de calles del microcentro o la Costanera, quedó la agradable impresión visual de estilizadas figuras en coloridas creaciones de los exponentes del arte urbano.
Esto lejos está de esas desagradables experiencias que dejan a la vista las cartelerías y pinturas proselitistas que polucionan el ambiente y ensucian dichas calles.
“Qué bueno sería una Ley para conservar las expresiones artísticas y culturales en vez de destruirlas con proselitismo”, apunta la muralista Noemí Ortega, conocida como Konan, que pinta hace 9 años.
La muralista y también tatuadora y artesana opina que en la actualidad el mundo del grafiti resiste. “Es una lucha constante intentar dejar nuestro arte, nuestro mensaje en las paredes que terminan tapadas por campañas proselitistas o pintadas en blanco por personas que no comprenden el valor cultural que dichas obras aportan al consciente colectivo”, refiere.
Pero, ¿qué es el arte urbano? Al consultar acerca del arte o intervención urbana a uno de sus máximos exponentes en el país, Óscar Oz Montanía, responde que es “una forma de expresión que embellece los muros de las calles donde se realiza y de alguna manera transforma el espacio intervenido”.
En dichos espacios es agradable transitar, quedarse a pasar el rato. Muchos sirven como telón de fondo de alguna filmación, sesión de fotos. “Cambia la percepción de la gente acerca de los lugares, tiene el potencial de generar orgullo de los habitantes de la comunidad por ese espacio intervenido”, piensa Montanía.
Para el pionero del street art, o muralismo contemporáneo, este potencial también motiva a que las personas cuiden los espacios. “Ese punto de partida genera otro tipo de intervenciones: mejorar iluminación, colocar bancos de plazas, autogestión para sumar al cuidado del barrio, etc.”, opina.
Montanía fue uno de los artistas involucrados en el proyecto de arte urbano Latidoamericano 2016, que se detuvo por diversas razones, entre ellas la crisis sanitaria y cuestiones políticas. Para el artista, que este movimiento tenga continuidad precisa “iniciativa popular” pero también apoyo de empresas privadas, entes públicos, asociaciones. “Hay muchas iniciativas posibles, habría que animar a la gente a generar diferentes tamaños de proyectos”, piensa.
Konan Ortega cuenta que muchas obras son el aporte social de los grafiteros, y salen de su bolsillo. “Es nuestro aporte social y muchas veces una sola obra consta de mínimo de G. 500.000 en inversión que puede durar apenas 12 horas en la calle, con suerte”, explica.
APORTES POSITIVOS. El streetart Marcos Cubas (Latidoamericano) siente que el arte urbano no solo aporta estética, sino también transmite emociones, ideas, crea un sentimiento de pertenencia.
No solo alegra la vista de los habitantes del país donde se realiza, también atrae turistas. “Los barrios pintados son visitados por turistas en todas las ciudades donde hay este tipo de arte. Se genera un movimiento económico secundario a partir de eso, influye en muchos niveles”, suma Oz.
Visibles. De las 40 intervenciones realizadas en el año 2016, muchas están desgastadas, algunas ya desaparecieron, otras están cerca de hacerlo y otras siguen visibles, como la que está frente a Asunción Súper Centro, en el Hotel Zaphir (hacia Colón), la que está al lado del Teatro Municipal.
En auge. Entre intervenciones recientes se pueden mencionar el muro en homenaje a José Asunción Flores, sobre Montevideo y Avenida Costanera, y una treintena en el barrio la Chacarita. En el microcentro, frente a la Chispa varios (Estrella entre Colón y Montevideo), sobre Montevideo hacia Palma (Sebollín), sobre la Costanera las de Iván Vázquez y de Vero Sforza. En Estrella y Ayolas, la de Rolo Ocampos; en Presidente Franco y Alberdi las de Werc y Gera; Terribles/ Eddy & Cubas, de Cubas también en Benjamín Constant y O´Leary, y en General Díaz casi Alberdi, de Apitatán.