23 abr. 2024

Ejército de sabios y todólogos de la pandemia

Susana Oviedo – soviedo@uhora.com.py

Supongo que lo estarán notando. Desde que la pandemia de coronavirus por Covid-19 nos obligó a replegarnos en casa, a cambiar rotundamente nuestros hábitos y canalizar en gran medida nuestras relaciones a través de las redes sociales, nos encontramos con un incesante desfile de todólogos hablando con aire de quien acaba de hacer el último hallazgo sobre el virus SARS-CoV-2 o recomendando la mejor terapia para vencerlo.

También nos topetamos con los que se autoproclaman especialistas y realizan proyecciones apocalípticas con base en quién sabe qué fórmulas; los que cuestionan todo, incluyendo las medidas preventivas que se adoptan para evitar el contagio y, para completar, los que ponen en duda la propia pandemia.

Hay de todo y en ese todo están los imprudentes, los ñembo sabios, los provocadores, los que atemorizan, los “de algo hay que morir”, “los no se hizo absolutamente nada en nuestro país, por tanto, hay que declarar so’o nomás ya”, los seudoinfluencers, con aires de catedráticos que, de tanto googlear, creen saber más que los médicos que están dando batalla al virus en los repletos hospitales públicos, y deben lidiar además con la testarudez (¿o estupidez?) de quienes se empecinan en seguir viviendo como antes de la pandemia, y ponen en peligro a todos los demás.

En fin, estamos ante una abrumadora fauna que nos coloca en el espacio virtual como ante un ruidoso enjambre de personajes. Unos creen ser el viejo sabio que tiene la precisa sobre la materia que fuere. Otros se expresan como los más audaces de los seres humanos creyendo saber cómo burlar al nuevo y desconcertante patógeno que ya se cobró más de 850.000 personas en el mundo, desde que brotó la enfermedad en la lejana Wuhan (febrero 2020).

Y, ojo, están los que intencionalmente y con quién sabe qué turbios propósitos aprovechan el extraordinario alcance de las redes sociales para sembrar mentiras, confundir, desinformar, instalar el miedo en tiempos de altísima vulnerabilidad social.

Personajes así están surgiendo en distintos ámbitos, incluyendo el de la prensa y la medicina. Dos sectores fundamentales en esta coyuntura.

Pero afortunadamente existe el contrapeso que realizan personas criteriosas, respetuosas y conscientes de la delicada situación que se vive en todo el planeta por efecto de la Covid y de lo importante que es en estos momentos ejercer la disciplina de la verificación de fuentes, de contrastar toda información antes de compartirla, y de actuar con racionalidad como demanda un estado de emergencia sanitaria de la magnitud que nos toca afrontar.

Hay esfuerzos significativos que contribuyen a desmontar las noticias falsas y hay respetados comunicadores que a diario, con actitud pedagógica, ayudan a demostrar los datos erróneos que circulan y contribuyen así a arrojar claridad. Son muchos los periodistas que están cumpliendo a cabalidad la obligación de buscar la verdad, aunque esta misión se torne extenuante en una época de alta polución informativa.

Pero falta que el ciudadano común adquiera el hábito de no viralizar nada que no esté debidamente chequeado y aprenda a identificar las fuentes confiables que ayudan a separar “la paja del trigo”.

Esto es parte de la educación que debe comenzar desde la niñez y extenderse en todos los niveles educativos y en las organizaciones ciudadanas. Es también un asunto clave hoy que bien podrían estar trabajando con sus afiliados los partidos políticos, por ejemplo. Sus dirigentes están muy familiarizados a estas alturas con los bots y trols.

El actual escenario demanda las voces de los verdaderos hombres y mujeres sabios. No de los fantoches y embusteros disfrazados de... Este es el momento de dar espacio a los científicos, a quienes investigan y hacen ciencia. De dar la palabra a los mejores profesionales médicos y de otras disciplinas, a los que genuinamente se preocupan por la humanidad y hacen algo para salvarla o sea mejor.

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