Sergio Cáceres Mercado | caceres.sergio@gmail.com
El nuevo paso en la historia se concentra en la familia de Hiccup, quien se verá en una encrucijada en lo que respecta a su relación con su padre y líder de la comunidad. Ambos verán el retorno de la madre de Hiccup, lo que explicará muchas cosas de su vida y traerá una breve dicha a la renovada familia. Esta apuesta por la relaciones de parentesco es clave en la película, pues los dragones también son tratados como integrantes y no simples mascotas.
En este sentido, los dragones representan a todos los animales que exigen un tratamiento más adecuado de parte de los humanos, de ahí que el mensaje se centra en demostrar que la peligrosidad que a veces atribuimos a ciertas bestias en realidad es una respuesta a la crueldad y violencia con que los tratamos.
El esfuerzo de Hiccup por lograr la paz, sea entre dragones y entre humanos no puede pasar desapercibido teniendo en cuenta que proviene de uno de los pueblos conocidos por su ferocidad e inmisericordia con sus enemigos. Un vikingo pacifista y luchador por los derechos de los dragones es algo que no puede pasar desapercibido.
Por supuesto que todo este mensaje está envuelto de mucho humor, aventura y acción. Nada queda al azar y la aparición de un enemigo poderoso no solo pondrá en cuestión la visión del mundo de Hiccup, sino exigirá más de una emocionante batalla entre dragones y humanos. Hiccup recibirá un golpe fuerte y el modo de asimilarlo será la respuesta que decidirá el enfrentamiento final.
El manejo de las emociones es un detalle que debemos felicitar a los realizadores, pues a cada rato la afectividad está a flor de piel entre los amigos y familiares que rodean a Hiccup y su dragón, sin olvidar que la amistad entre ambos es un ejemplo de trato entre seres de distintas especies.
Una vez más un buen trabajo del director y guionista DeBlois, quien suma otro éxito a su ascendente carrera. A tenerlo en cuenta para la tercera parte. Mientras, recomendamos efusivamente esta historia de vikingos y dragones.