Cuando el secretario del juzgado, Federico Marmarasco, leyó que cinco de los ocho imputados fueron condenados a prisión perpetua, salió el sol en la ciudad bonaerense y se escuchó el grito de la multitud que fue hasta el sitio para seguir los pormenores del juicio.
Máximo Thomsen, Matías Benicelli, Enzo Comelli, Ciro Pertossi y Luciano Pertossi, fueron condenados a la máxima pena prevista en la Justicia argentina por el delito de homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía, en concurso ideal con lesiones leves.
Por su parte, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz y Lucas Pertossi fueron condenados a 15 años de prisión por el mismo delito, pero el tribunal consideró que su participación no fue directa.
La condena fue calificada de ejemplar por los medios argentinos y por los representantes legales de la familia Báez Sosa, aunque destacaron que esperaban condena a prisión perpetua para los ocho acusados.
“No tengo dudas, creo que han tenido piedad (refiriéndose al tribunal), lo que no tuvieron los acusados con Fernando”, expresó el abogado Fernando Burlando, que representa a la familia.
Por pedido del abogado de la defensa, Hugo Tomei, los ocho jóvenes que estaban en el banquillo de los acusados escucharon el fallo de pie.
Cuando el secretario anunciaba la decisión de los jueces, Máximo Thomsen, considerado uno de los principales responsables de la muerte de Fernando, se desvaneció.
Hicieron el pedido de desalojar la sala mientras reanimaban al joven rugbista.
De acuerdo con lo que expusieron los fiscales, los acusados atacaron brutalmente a Báez Sosa con patadas y golpes de puño en todo el cuerpo, pero puntualmente en la cabeza, el abdomen y la mandíbula. También golpearon a algunos de sus amigos que se acercaron a defenderlo.
Fernando murió producto de un paro cardiaco traumático por shock neurogénico, producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron una hemorragia masiva intracraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea.
La muerte del joven generó una ola de repudio generalizado en la opinión pública argentina.
Los condenados volvieron a la prisión de Melchor Romero, en La Plata, hasta que un tribunal de ejecución penal decida si siguen allí o serán trasladados. Hay siete días para la apelación.
“Me llenó el corazón de paz”. Graciela Sosa y Silvino Báez, padres de Fernando, ya con el semblante mejorado, hasta ensayando algunas sonrisas, brindaron una conferencia horas después de oír la sentencia de la que manifestaron estar conformes, pero seguirán luchando para que quede firme.
“Sonó fuerte la perpetua, me llenó con un poco de paz el corazón porque sé quiénes mataron a mi hijo,” señaló Graciela.
Don Silvino mencionó que le diría a Fernando que se consiguió lo que buscaban, que se haga justicia.
Prision La mayoría de los rugbiers fueron condenados a prisión perpetua y tres, a 15 años.
aLIVIO Los padres del joven escucharon la lectura de la sentencia.