11 ago. 2025

Educación de calidad

César Barreto Otazú Economista y directivo de Dende

En las últimas dos décadas hemos avanzado en ampliar el acceso a la educación. Hoy la cobertura de la educación básica llega al 97% y de la media al 80% de los niños y jóvenes en edad escolar. La reforma educativa de mediados de los noventa fue efectiva en incrementar la cobertura, lo cual es muy importante. Sin embargo, los bajos niveles de aprendizaje indican que la calidad de la enseñanza es mala. Se priorizó la cantidad en vez de la calidad.

reforma, prevaleció el clientelismo en la contratación de maestros, incorporando jóvenes con muy poca preparación, apenas con una básica formación en los Institutos Superiores de Educación. De hecho, solo una pequeña parte de los maestros y profesores han pasado exitosamente las evaluaciones realizadas por el MEC en los últimos años.

Las clases son impartidas en escuelas con infraestructura precaria, sin las mínimas condiciones para que los niños y jóvenes puedan aprender. Además con poco dinamismo en los contenidos que quedan obsoletos cada vez más rápido con la aparición de las nuevas tecnologías de acceso a la información.

Este modelo está en crisis. La ciudadanía demanda una nueva educación de mejor calidad. Necesitamos encarar seriamente una reforma educativa con un amplio apoyo político y ciudadano que se enfoque en mejorar la calidad, con una perspectiva de largo plazo e implementarla gradual y ordenadamente en la próxima década.

Esta nueva educación debe enfocarse en formar a los niños y jóvenes a ser competentes para aprovechar las ventajas y oportunidades que ofrece hoy un mundo globalizado y digital.

La nueva educación requiere, en primer lugar, metodologías de enseñanza que incorporen activamente las nuevas tecnologías y contenidos más flexibles para adaptarlas de manera dinámica a los cambios en los ámbitos tecnológicos, económicos y sociales tanto a nivel local como internacional.

En segundo lugar, maestros y profesores con las competencias adecuadas, tanto en los contenidos como en las metodologías de enseñanza-aprendizaje y que estén actualizados a través de una capacitación continua. Mínimamente, los maestros y profesores deben tener un grado universitario en ciencias de la educación, con formación teórico-práctica previa a asumir las responsabilidades de enseñar en las aulas.

De tal manera a atraer a personas más talentosas a dedicarse a la docencia, las remuneraciones deben ser competitivas frente a otras profesiones, con un salario inicial y un plan de carrera en función de la experiencia y la capacitación continua.

Los maestros y profesores que actualmente están enseñando deben tener la oportunidad de capacitarse para formar parte de esta nueva educación y así acceder a mejores remuneraciones, pero como contrapartida a una mejora sustancial en la calidad de la enseñanza.

En tercer lugar, la nueva educación requiere de una renovación de la infraestructura escolar, con la incorporación de tecnologías de acceso a la información que hoy están ampliamente disponibles y que les permita a las nuevas generaciones prepararse para la era digital en que estamos inmersos actualmente.

Finalmente, esta nueva educación de calidad tendrá un costo mayor para la ciudadanía. Renovar y mantener actualizados la infraestructura, la tecnología y los contenidos tienen costos elevados. Atraer, formar, capacitar y retener a jóvenes talentosos que dediquen su vida a la enseñanza requiere salarios acordes con el mercado de profesionales. Necesitamos una reforma tributaria que incremente los ingresos para financiar los recursos necesarios en la implementación de esta nueva educación que será sustancialmente más costosa que la actual. Debemos ser muy responsables en financiarla apropiadamente.

El modelo educativo actual está en crisis. La reforma educativa de los años noventa incrementó la cobertura, pero con una baja calidad. El mundo globalizado y digital de hoy nos exige mejorar las competencias de los niños y jóvenes para que puedan insertarse exitosamente en él. Necesitamos consensuar una profunda reforma educativa e implementarla como una política de Estado.