28 mar. 2024

Don Kiki, una reliquia viviente de Santa Rosa

Don Audberto Avelino Acevedo Caballero, más conocido como don Kiki, es un hombre de 85 años, referente de su comunidad, Santa Rosa, Misiones, donde deja huellas. De un andar apacible y serenidad que se transmite en su hablar, el hombre es muy querido en el ámbito futbolístico, sobre todo, por los seguidores del 30 de agosto, su amado club, que presidió por cinco años. También fue presidente de la Liga Misionera del Sur en tres periodos: 1982, 1984 y 1990; y de la décima región deportiva en dos periodos de dos años cada uno.

Fue creador e impulsor del torneo intercompañía de fútbol, realizado durante 42 años, “fue una gran experiencia de compartir con la gente de tierra adentro, yo me iba a hablar con ellos, les explicaba sobre los reglamentos y a pesar de que era todo muy difícil, la gente se sumaba. Se movilizaban a pie, en carreta, a caballo, como les fuera posible; hoy en día sería más fácil retomar (...), les insto a los jóvenes a animarse a formar parte de comisiones, de hacer algo por su comunidad”, expresó don Avelino.

A nivel nacional, don Avelino es hincha del Guaraní; y los roseños miembros de ese club incluso le rindieron un homenaje.

Desde muy joven, esta reliquia viviente roseña se caracterizó por ser un líder natural innato, y a pesar de no tener un título universitario, siempre se destacó —y lo sigue haciendo—.

“Estudié hasta el quinto grado en la famosa escuela mbopi (Escuela Básica 352 Defensores del Chaco), era la única en mi tiempo, no pude seguir (...), fui a trabajar a la olería y un día ya cansado, pensé que no podía seguir así, y ya siendo mayor de edad, decidí viajar a Buenos Aires. Allí trabaje en una metalúrgica durante diez años, pero tomé la decisión de volver con el propósito de servir a mi comunidad”, relata el hombre.

MULTIFACÉTICO

Don Kiki hizo de todo un poco a lo largo de su vida, hasta que encontró su pasión: la comunicación, tarea que le dio múltiples satisfacciones. Fue el primer fotógrafo de Santa Rosa y el primero en hacer la comunicación extensiva a través de un par de parlantes de aluminio, colocados en una torre (...). El hombre ofrecía el servicio de enviar saludos y pasar propagandas a G. 5.000 la mención.

“Hasta colaboración pedíamos, porque la gente venía junto a mí, me decían que su hijo se cayó del mango y no tenían para llevarle al doctor, pedíamos colaboración y los lustrabotas, vendedores de helados y la gente común aportaba mucho”, recuerda al tiempo de agregar que públicamente pedía al gerente del banco, jefe del Correo que colaboren, “fueron momentos gratos que quedan en la memoria”, asegura nostálgico.

Siempre ligado a la comunicación, el hombre montó un local en su pueblo querido, donde hasta hoy vende diarios, fotos y enseres para escuchar música, además pasajes para Buenos Aires. El sitio es también la parada de colectivo de referencia de la comunidad a nivel nacional e internacional. “Hace 52 años soy agencia de la empresa Río Paraná, hasta hoy vendo los pasajes, atiendo acá desde las 06:00 hasta las 17:00, tengo cedés, casetes, hasta vinilo, y muchas fotos antiguas”, explica.

Su local en principio fue un bar al cual bautizó como Bar Lo Mitã, porque quería que fuera un espacio donde todos se sintieran parte; con el tiempo cambió de rubro, tuvo una discoteca y un equipo de filmación, con su hija Doris.

“Ya estando en Argentina, decidí venir a poner un comercio y le pedí a mi abuela que me preste su casa y luego la compré de sus herederos en cuotas; le nombró Lo Mitã, porque engloba a todos y la gente se siente identificada, y tuve éxito, hasta hoy me llaman del extranjero y en vez de decirme mi nombre me dicen Bar Lo Mitã”, cuenta.

ALTRUISTA

En Lo Mitã, el ambiente siempre es agradable, pues el hombre aparte de buena charla ofrece buena música en su galpón. Por la mañana, las polcas, música mexicana y tropicales son infaltables.

Además, desde hace unos años, al parador, se sumaron vendedores de remedios yuyos y minutas, que ofrecen variedad de productos y siempre reciben a los lugareños y arribeños con una sonrisa.

“Agradezco y valoro esta oportunidad que me dio en su momento don Avelino y su esposa, hay poca gente que sin costo te van a permitir usar el frente de su casa para trabajar”, expresó Francisco Amarilla, uno de los vendedores que tienen su puesto en Lo Mitã.

Don Avelino además tiene una colección de cámaras fotográficas: desde la primera que tuvo, que trajo de Buenos Aires hace 59 años, hasta las actuales, que aún utiliza para sacar fotos tipo carné. Se suma a la colección una histórica cámara Polaroid y fotos antiguas de la comunidad.

PARADA OBLIGADA

Su casa es Bar Lo Mitã, pedazo vivo de la historia roseña del siglo XX, ubicado frente mismo a la plaza central, donde siempre está feliz de recibir a los visitantes. Su rutina se inicia a las 05:00, con el infaltable mate, y a partir de las 06:00, abre sus puertas para atender a la gente. Ir al local de don Kiki es como visitar un museo viviente. En su salón en el pasado se hacían fiestas al son de la vitrola, a la cual su padre, don Lupo Acevedo, daba cuerda durante toda la noche.

Don Avelino menciona que aún desea hacer muchas cosas en su comunidad, pero sus fuerzas ya no son las mismas, cuando era común verlo caminar por la ciudad con su sombrero piri, y una asada rumbo al club de sus amores, para acondicionar la cancha.

El hombre insta a los jóvenes a aprovechar su tiempo en favor de los demás.

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