A medida que nos acercamos a las elecciones municipales, se puede escuchar de todo en las intervenciones mediáticas de muchos de los distintos candidatos y candidatas a las intendencias municipales, como a las respectivas concejalías.
Están, por ejemplo, quienes plantean cobrar un peaje o un canon para ingresar a Asunción desde otras ciudades del interior del país, como si la capital fuera una ciudadela medieval fortificada, una especie de Camelot guaraní con supremacía y derecho a la exclusión, cuando lo cierto es que resultaría muy difícil aplicar esta idea, ya que existen tantas opciones de circuitos viales por donde entrar o salir de la ciudad, además de que hay elementos que riñen con la propia Constitución en torno a una medida de este tipo y, por último, ¿quién estaría motivado a pagar para ingresar a una ciudad en gran parte destrozada, sucia, sumamente insegura y abandonada por sus autoridades municipales?
Muchos candidatos a intendentes y concejales municipales ofrecen promesas mágicas y anuncian soluciones para cuestiones que no están dentro de su competencia como administradores de un municipio.
El recurso más clásico es el de ofrecer un puesto de trabajo a cambio de votos. Es probablemente la mentira más grande, ya que implementar una política de inserción laboral es una competencia del Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Trabajo, y tampoco es mucho lo que se puede lograr mientras no se articulen acciones más complejas para superar la pobreza, mejorar la educación, impulsar un desarrollo sostenido para generar inversiones en fábricas, industrias y emprendimientos de negocios con seguridad jurídica, para ofrecer mejores opciones de empleos.
Sin embargo, como los candidatos saben que hay mucha gente que necesita conseguir un empleo, sobre todo después de la mayor crisis que generó la pandemia del coronavirus, varios ofrecen conseguir trabajo a sus potenciales electores, recordando aquel famoso eslogan populista nunca cumplido que el Partido Colorado difundió en la década del noventa: “Trabajo en primer lugar”.
No nos engañemos, ni nos dejemos engañar. Más allá de inflar las planillas de funcionarios en administraciones ya saturadas, quitando recursos para obras comunitarias, es poco lo que las autoridades comunales pueden hacer en estas áreas. El peor ejemplo está precisamente en la Municipalidad de Asunción, en donde la Intendencia y la Junta Municipal tienen exceso de empleados, a cuyo pago de salarios destinan la mayor parte del presupuesto, mientras vastos sectores de la ciudad se caen a pedazos. Cada intendente y cada concejal que gana vuelve a meter a “su gente”, inflando aún más las planillas de funcionarios y contratados.
Más bien, deberían concentrarse en obras necesarias para su campo de acción: arreglar las calles, limpiar y proteger el entorno ambiental, promover la participación vecinal, apoyar la educación y la cultura, construir ciudades inclusivas y amigables, con infraestructuras para una vida digna.
Es importante que los electores sepan distinguir a los candidatos populistas y mentirosos de los que tienen propuestas serias y realizables.