El descubrimiento, publicado en la revista PLOS Pathogens, fue hecho en dos laboratorios dirigidos por el científico estadounidense de origen puertorriqueño y español en Singapur y Texas.
Es un paso más para comprender la facilidad con que se transmite este virus que afecta a unos 390 millones de personas al año y mata a 21.000, según datos de organismos de salud pública.
En una entrevista con EFE, Garcia-Blanco, un reconocido especialista en biología y virología, dice con orgullo que una de las integrantes del equipo de Singapur, Shih-Chia Yeh, fue la que descubrió la presencia de moléculas de ácido ribonucleico (sfRNA) producido por el virus en la saliva de las hembras de mosquito infectadas de dengue.
Otra investigadora, Tania Strilets, canadiense de origen ucraniano, fue quien “visualizó" cómo funciona el mecanismo en el laboratorio de Texas.
“Al introducir este RNA en el sitio de la picadura, la saliva infectada con el dengue prepara el terreno para una infección eficiente y le da al virus una ventaja en la primera batalla entre él y nuestras defensas inmunitarias”, escriben los investigadores en el artículo científico sobre sus hallazgos.
El “cachito” de ácido ribonucleico que el mosquito “escupe” en la piel de la persona inhibe el sistema de inmunidad innato, la primera alarma de que algo extraño nos está invadiendo, abunda García-Blanco.
Y agrega: “Es notable lo inteligentes que son estos virus: subvierten la biología de los mosquitos para reprimir nuestras respuestas inmunitarias con el fin de que la infección pueda afianzarse”.
Virus inteligente
Nacido hace 67 años en Puerto Rico de madre boricua y padre español, García-Blanco es desde hace solo unos meses jefe del Departamento de Microbiología, Inmunología y Biología del Cáncer de la Universidad de Virginia. Antes estuvo en puestos similares en la Universidad de Duke y en la Universidad de Texas.
El dengue es transmitido por hembras del mosquito Aedes aegypti que, a su vez, se han contagiado al picar a humanos infectados.
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Los casos de transmisión de humano a humano son “rarísimos”, dice García-Blanco al explicar que la lucha contra el virus se centra en el mosquito, dado que hasta ahora no existe cura contra el dengue ni hay vacunas totalmente eficaces.
El Aedes aegypti es el ser vivo que más gente mata en el mundo después de los propios seres humanos, dice este científico en un español fluido y con acento ibérico.
Son transmisores no solo del dengue, sino también de la fiebre amarilla, el zika y el chikunguña.
El dengue es de todas esas enfermedades víricas la más extendida y además el hábitat del mosquito transmisor se está expandiendo, en parte gracias al calentamiento global.
Los síntomas son fiebre, dolores en los músculos y articulaciones, erupciones en la piel y hemorragias que pueden causar la muerte en los casos más graves.
Ahora hay casos autóctonos de dengue en países del sur de Europa y en el extremo sur de América Latina, en zonas de Argentina y Chile donde raramente se dio el dengue en el pasado, subraya García-Blanco.
El científico dice que en EEUU, donde el dengue está presente en Puerto Rico, Hawái, los estados del Golfo de México y Florida, la amenaza acecha al resto del país y recuerda que en el pasado hubo mosquitos Aedes aegypti en estados del norte.
La Historia nos dice que hubo brotes de fiebre amarilla, enfermedad causada por el “fundador de esta familia de virus”, en Filadelfia, agrega.
Si el Aedes aegypti desapareció de esas latitudes fue por el DDT, pero la evolución hace que los mosquitos se hagan resistentes a los insecticidas y también que se adapten “maravillosamente” a nuestra manera de vivir en megaciudades con cinturones de pobreza.
Ahora los huevos los ponen en recipientes de plástico no en plantas, subraya.
Al preguntarle por qué no existen vacunas totalmente efectivas contra el dengue, señala que la dificultad radica principalmente en que existen cuatro tipos distintos de virus del dengue (serotipos) y deben servir para todos, porque si no harán más mal que bien.
García-Blanco cree que la vacuna del laboratorio japonés Takeda es una “promesa” de hallar la solución y ve con esperanza la que están desarrollando los Institutos de salud de EEUU.
Sobre el descubrimiento acerca de la saliva de los mosquitos dice: “No creo que esto sea algo que podamos usar mañana, pero cuanto más comprendamos cómo se transmite el virus, más fácil será desarrollar herramientas contra la transmisión”.