18 dic. 2025

Degradados y en manos de la Justicia

El problema de algunos sacerdotes pederastas no se soluciona suprimiendo el celibato eclesiástico. Hay laicos de muchos años de casados y que caen en este terrible fallo. Hágase una investigación en la compra “con condiciones” de boletos por avión de Europa a América y se encontrarán aberraciones muy grandes.

Es necesario de una vez que el castigo a los victimarios sea grande. Así, fuera y dentro del sacerdocio se dará un golpe fuerte al abuso sexual de menores.

Para hablar desde dentro de la Iglesia edito párrafos del teólogo José María Castillo en “Curas pederastas: una solución radical”.

“Una medida positiva podría ser suprimir la prescripción, en el derecho penal, para este delito. Me consta que los menores, que se sienten humillados por este tipo de abusos, tardan muchos años en decirlo. Y, en la mayoría de los casos, cuando un adulto dice que, de niño, abusaron de él en esta materia, el delito ya ha prescrito. Si llega el día en que penalmente esto nunca prescriba, posiblemente habrá quienes se contengan ante la probabilidad de terminar, alguna vez, en la cárcel.

La Iglesia tendría, también, que recuperar y poner al día lo que fue la ley eclesiástica que duró en torno a mil doscientos años. Consistía en expulsar del clero (incluso si eran obispos) a los eclesiásticos que cometían abusos que escandalizaban gravemente a los ciudadanos.

Los papas, los concilios, los sínodos, tanto en la Iglesia occidental como en la oriental, no solo insistieron en esta ley, sino que la aplicaron a tres clases de delitos: faltas contra el ordenamiento eclesiástico establecido, contra la sexualidad y abusos que ofendían al prójimo...

La ley cuajó en una fórmula bien conocida: “sea degradado o expulsado” (y otras expresiones equivalentes) y que viva, de ahora en adelante, “laica comunione contentus”.

Dicho más claramente: “que salga del clero... y que la Justicia diga su palabra”.