Sustenta su opinión –dice- en las fotografías en sepia que muestran cómo era el populoso barrio de la Chacarita.
De ser un polo para el entretenimiento, todo el sector de la Bahía que está detrás del edificio de El Cabildo absorbió el aluvión poblacional que tuvo lugar de la mano de la pobreza, la falta de trabajo y, sobre todo, la complicidad de políticos que vieron el fenómeno como una oportunidad para el proselitismo electoral.
A partir de las elecciones que se hicieron frecuentes en los albores de la transición democrática, “la gente empieza a llamar por teléfono a Corposana, entonces, o de la ANDE para solicitar una instalación para el correligionario o puntero político de la zona”, relata y apunta que “desde el gobierno de Andrés Rodríguez en adelante, esa convocatoria se hizo más generalizada”.
“Entonces, se empezó a violar la ley estableciendo instalaciones en una zona prohibida que hizo que se consolidara con una población que crecía al compás de las convocatorias de parientes, amigos y favorecedores”, indica al referir que los nuevos habitantes engrosaban el voto duro de los caudillos de turno. “Esos son argumentos que no pueden ser verificados por archivo alguno, pero así sucedía”, refuerza.
Hubo -dice- un “pálido intento” a fines de los 90, cuando asesoraba las obras para la construcción del Congreso para implementar reformas urbanísticas en la zona. “Le dije al titular del Congreso, Tito Saguier, que se contacte con el intendente que era liberal (Martín Burt) y con el presidente de la República (Juan Carlos Wasmosy). Todo marchaba bien en la articulación de acciones positivas. Pero, inmediatamente empezaron las campañas electorales y los ciento cuarenta y tantos parlamentarios que tienen su clientela política en ese lugar y están dispuestos a sabotear cualquier intento de labor positiva, les dijeron (a los chacariteños) que no se muevan. Entonces, antes de empezar se fue todo al carajo”, reseña.
Opinión
“Es consecuencia de actividad partidaria”
“Esa parte de la Chacarita, incinerada ahora, es consecuencia de la actividad partidaria descontrolada, demagógica e improductiva. (La ocupación) se inició ante la inacción de las autoridades municipales y policiales y ante el predominio del poder político partidario. Nos inhibimos de las obligaciones que nos impone la ley para incurrir en el proselitismo barato y populista que va a acarrear mayores inconvenientes”.