Una vez más la economía argentina entró en shock, con la estampida del dólar que se incrementó más del 30%, y con la consecuente elevación por parte del Banco Central de las tasas de interés a un 60%.
Ambos hechos ocurridos la semana pasada profundizarán aún más la gravísima situación de estancamiento e inflación (estanflación) que golpea fuertemente a toda la sociedad argentina, pero muy especialmente a la gente pobre de dicho país.
Es increíble que en un país que hace tan solo 100 años era una potencia mundial, hoy el 31,4% de su población viva en la pobreza, y lo más grave es que el 48% son niños. Es increíble que esto ocurra en un país que derrotó al analfabetismo antes que los Estados Unidos y que Europa, gracias a Domingo Sarmiento, que en su primera orden presidencial en 1869 escribió: “Debemos construir una gran nación, he de trazar la política de Estado para los próximos cien años: educar, educar, escuelas, escuelas… DEBEMOS HACER DE ESTA PATRIA UNA GRAN ESCUELA”.
A comienzos del siglo XX, se convirtieron en el tercer exportador mundial de granos, solo superados por Estados Unidos y Rusia; su producto interno bruto era el doble del de Brasil; su ingreso per cápita era similar al de Francia y Alemania y muy superior al de Italia o España.
Buenos Aires era por lejos la principal ciudad de Latinoamérica y una de las principales del mundo, con el teatro Colón como su nave insignia, con sus cientos de teatros y librerías, con sus miles de restaurantes y confiterías y con su transporte subterráneo que solo existía en Londres, París, Berlín y Nueva York.
Por supuesto, no todo era color de rosas. En la Argentina había una enorme desigualdad; entre una oligarquía muy rica y el resto de la población, y entre la capital federal y las provincias.
En ese contexto interno, en 1946 llegó al poder Juan Domingo Perón y con él llegaron los vientos de nacionalismo, de estatismo, de distribución de la riqueza y de justicia social.
En Europa había concluido la Segunda Guerra Mundial, pero Perón no supo leer los grandes cambios generados en el escenario internacional. Dio refugio a los jerarcas nazis y se enfrentó abiertamente con los Estados Unidos, que había emergido de la contienda mundial como la gran superpotencia.
La influencia norteamericana en Latinoamérica era enorme y Brasil pasó a ser su aliado más importante en la región, quedando Argentina relegada a un papel secundario.
En lo interno, las políticas de distribución de Perón lo llevaron a dar amplios derechos y beneficios a los trabajadores y a perseguir a los grandes capitales y a los sectores productivos del país.
En los últimos 70 años, el Estado se hizo cada vez más grande y a pesar de los constantes aumentos de impuestos, el déficit fiscal ha sido permanente en Argentina.
Este déficit fiscal fue financiado con emisión de dinero por parte del Banco Central y eso hizo que Argentina tuviera inflaciones muy altas y permanentes cambios de moneda.
En las últimas siete décadas tuvieron cinco monedas diferentes –peso moneda, peso ley 18188, peso argentino, australes y pesos– y en cada cambio de moneda le fueron sacando ceros y en total sacaron… ¡12 ceros! A este desorden monetario tenemos que sumarle el descontrolado endeudamiento del Estado argentino, que en los últimos 30 años los llevó a efectuar dos defaults de su deuda. La última fue en el 2001, cuando en una demostración de irresponsabilidad de su clase política, el presidente Rodríguez Saa declaró el default en el Congreso en medio del aplauso de los legisladores presentes.
Argentina es el único país del mundo que luego de ser una potencia mundial, se ha convertido en un país subdesarrollado debido al populismo y la irresponsabilidad de sus gobernantes. Para el Paraguay, Argentina es el modelo de lo que no hay que hacer.
