25 abr. 2024

“¿De dónde vendrá mi socorro?”

Luis Carlos Irala

El sábado último abordé un transporte público alrededor de las 20.00 y también lo hizo un vendedor ambulante, visiblemente cansado y decepcionado. Se sentó en uno de los asientos que están al lado del chofer y expresó lo siguiente: “Hoy no gané nada, la venta está muy pobre; es que la gente no viene al centro, no hay pasajeros. Todos tienen miedo al coronavirus”.

Este vendedor ambulante es quizás unos de los cientos de casos de personas que trabajan en forma independiente y que tienen que ganarse el dinero necesario para el sustento en el día a día.

Si bien la medida de cuarentena dispuesta por el Gobierno afecta más a los trabajadores informales, cuentapropistas y a los que ejercen sus labores en forma independiente, la situación actual que vive nuestra nación golpea la economía desde el más humilde hasta a los mayores empresarios del país.

Los analistas económicos están diciendo que el efecto del coronavirus en el país dependerá de cuánto tiempo duren las medidas para controlar la epidemia. Por de pronto, las medidas restrictivas van hasta el 25 de marzo y todos estamos abrigando esperanzas de que en verdad en ese tiempo ya se tenga un panorama más claro de lo que va a suceder y cómo se combatirá la enfermedad.

En los pocos días de vigencia de la medida oficial de restricciones para todo tipo de eventos que implique aglomeración de personas ya son varios los sectores que vieron resentidas sus ventas, asistencia de clientes y demanda de servicios. Incluso algunas empresas que se vieron obligadas a cerrar sus operaciones están con dificultades para pagar el salarios a sus funcionarios.

Si la epidemia no es controlada a tiempo y el Gobierno se ve obligado a extender las medidas restrictivas, más sectores se verán afectados y los perjuicios económicos serán mayores.

De ahí la importancia de que todos los sectores acompañen las medidas oficiales y colaboren a su cumplimiento, pues de momento es la única forma de evitar que la epidemia se extienda a nivel nacional.

La situación puede ser crítica, considerando la capacidad de asistencia sanitaria tanto de los centros hospitalarios públicos como privados.

El Gobierno está haciendo todo lo que está a su alcance para evitar un daño mayor a la salud de la población. Por eso pidió el acompañamiento de todos gremios empresariales, los centros educativos, los clubes sociales y de todas las organizaciones civiles a fin de unir esfuerzos contra una posible crisis sanitaria.

El presidente Mario Abdo Benítez, a más de impulsar una serie de medidas administrativas que le confieren la Constitución y las leyes, también llamó al pueblo a orar. Entiendo que hizo este llamado consciente de que ningún esfuerzo será suficiente si es que no hay una ayuda divina para superar esta situación. De hecho, tanto Iglesia Católica como las demás congregaciones evangélicas se unieron ayer en oración, con la certeza de que situación de este tipo es imprescindible el auxilio del Creador.

El Salmo 121 expresa lo siguiente: “Alzaré mis ojos a los montes. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”.

Se le está pidiendo a la población que mantenga la calma, que no entren en pánico. La única manera de alcanzar la calma y la paz en situaciones como estas es buscando el consuelo y la ayuda del Creador.

Escuché a unos oradores expresar lo siguiente: “Cuando se decretó la cuarentena lo primero que hizo la gente es ir a los comercios a comprar alcohol en gel, tapabocas y productos de consumo para el hogar, pero nadie se acordó de ir a orar a la Iglesia, nadie se acordó de Dios”.

En verdad que la nación necesita de Dios. Los líderes religiosos están haciendo un vehemente llamado a la población para volver a recuperar las prácticas que por años caracterizaron a los paraguayos. La fe en un Dios bueno y misericordioso.

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