20 abr. 2024

De crotos, clérigos y modestos

Luis Bareiro – @Luisbareiro

No quiero asustar a nadie, pero he llegado a la terrible conclusión de que el vicepresidente Hugo Velázquez no es lo que aparenta. Siempre dijeron que ostenta un cargo florero, afirmación injusta porque los jarrones son piezas decorativas, y los segundos del Ejecutivo nunca destacaron por su… calidad ornamental. Me temo, sin embargo, que esta vez hay algo de verdad en la humorada; sospecho que nuestro actual vicepresidente es una planta.

No es una sentencia antojadiza. Lo deduje luego de revisar minuciosamente las diferentes declaraciones juradas que presentó Velázquez a lo largo de sus casi veinte años en la función pública, una carrera que arrancó a inicios del milenio como humilde fiscal en Ciudad del Este. Los documentos forman parte de la montaña de información –suculenta y procaz– que subió la Contraloría General de la República a su página web, una acción forzada tras ese fallo histórico de la Corte Suprema que, básicamente, determinó que las declaraciones juradas de los funcionarios son de interés público, y deben estar a disposición de quienes les pagan el sueldo.

Las declaraciones de Velázquez son apenas una muestra de lo que se puede encontrar revisando esos registros. Pero vayamos al caso. El entonces fiscal de Ciudad del Este Hugo Velázquez declaró en 2001 un patrimonio de 411 millones de guaraníes. El hombre se convirtió luego en legislador y recientemente en vicepresidente de la República. Su última declaración hecha pública hasta ahora data del 2017, y en ella dio cuenta de un patrimonio de más de 5.330 millones de guaraníes.

De 2001 al 2017, su patrimonio aumentó en 4.920 millones de guaraníes, más de 1.200 por ciento en 16 años. Para lograr este prodigio, Velázquez tuvo que haber recibido en promedio unos 23,6 millones de guaraníes mensuales en todo ese tiempo, incluyendo los 16 aguinaldos.

Es un ingreso generoso, pero tampoco una proeza financiera. Para alcanzarla, solo debió resolver un pequeño inconveniente. Por 16 años, Velázquez tuvo que ahorrar hasta el último guaraní de sus ingresos. Esto significa que, por 192 meses, no gastó un níquel; no fumó ni bebió, no se compró ropa ni pagó luz, agua o teléfono; no salió de vacaciones… ni siquiera comió.

El vicepresidente vivió del sol y la lluvia. ¿Se dan cuenta lo que esto significa? Velázquez no es un ser humano normal… él hace fotosíntesis… es una planta. Un croto… o una flor. Ahora sí cobra sentido lo del cargo florero.

Soy consciente de que estamos entrando en el terreno de lo paranormal; pero, convengamos en que es la única explicación posible. Bueno, hay otra, por supuesto, pero esa requiere de la engorrosa participación de la Fiscalía. Sé que esto puede herir la susceptibilidad de los partidarios de Velázquez. Si les sirve de consuelo, puedo decir que hay suficientes indicios como para suponer que no es el único integrante del reino vegetal que vive en y del jardín del Estado. Por el contrario, Velázquez puede ser apenas el árbol que nos ayude a ubicar el resto del bosque.

Ahí está, por ejemplo, ese viejo roble que es el ex presidente y hoy senador Fernando Lugo. Cuando asumió como mandatario en 2008 declaró un patrimonio de 663 millones de guaraníes (por cierto, yo creía que todos los obispos eran pobres como San Francisco). Para el 2017, su patrimonio había trepado ya a casi 1.700 millones de guaraníes, lo que supone un incremento mensual (un ahorro) de alrededor de 10 millones de guaraníes. Se deduce de ello que el ex obispo sigue llevando una vida frugal, monástica, sin pagar excesos… ni pensiones alimentarias.

Conviene aclarar que hay mucho más de estos casos. Ellos son solo un ejemplo. Y no hay que ser genios para concluir que la mayoría de las declaraciones no resisten el menor análisis de concordancia. Solamente con sus ingresos oficiales no podrán nunca justificar esta generación espontánea de bienes.

Esperamos pues que el Ministerio Público encuentre explicaciones económicas, racionales y punibles para estos presuntos fenómenos, o tendremos que abandonarnos definitivamente al misticismo, y aceptar como verdad que fuimos, somos y seremos gobernados por clérigos mágicos, crotos y algún que otro tabacalero modesto que solo declara 200 millones de dólares para no parecer jactancioso.

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