En el Evangelio del día, ante una pregunta insidiosa, Jesús reafirma el deber de obedecer a la autoridad civil.
Jesús da una respuesta de una hondura divina, más allá de lo que le habían preguntado, y contesta a la vez con toda exactitud a la cuestión que le han planteado. No se limita al sí o al no. Dad al César lo que es del César, enseña el Maestro, lo que le corresponde (tributos, obediencia a las leyes justas...), pero no más de ello, porque el Estado no tiene una potestad y un dominio absolutos.
Como ciudadanos normales, los cristianos tienen «el deber de aportar a la vida pública el concurso material y personal requerido por el bien común». Por su parte, las autoridades están gravemente obligadas a comportarse con equidad y justicia en la distribución de cargas y beneficios, a servir al bien común sin buscar el provecho personal, a legislar y gobernar con el más pleno respeto a la ley natural y a los derechos de la persona: a la vida desde el momento de su concepción, el primero de todos los derechos; protección a la familia, origen de toda sociedad; libertad religiosa; derecho de los padres a la educación de los hijos... ¡Ay de los que dan leyes inicuas!, clama el Señor por boca del profeta Isaías.
En una homilía de la misa celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el papa Francisco advirtió contra los hipócritas y llamó a estar vigilantes, pues “el hipócrita puede destruir una comunidad” cristiana.
El Papa señaló que Jesús llama hipócritas a los “doctores de la ley” porque “enseñaban una cosa, pero luego pensaban otra”. Por el contrario, “la hipocresía no es el lenguaje de Jesús. La hipocresía no es el lenguaje de los cristianos”.
“Un cristiano no puede ser hipócrita, y un hipócrita no puede ser cristiano”, advirtió. “Esto es así de claro. Este es el adjetivo que Jesús usa con esa gente: hipócrita. Veamos cómo proceden. El hipócrita siempre es un adulador, en tono mayor o en tono menor, pero es un adulador”.
Así, puso como ejemplo cuando los doctores de la ley quieren poner a prueba a Jesús y comienzan adulándolo para, a continuación, hacerle una pregunta para que caiga en una trampa: “¿Es justo pagar al César?”.
“El hipócrita tiene esa doble cara –señaló–. Pero Jesús, conociendo su hipocresía, dice claramente: ‘¿Por qué me queréis poner a prueba? Dadme un denario, quiero verlo’. A los hipócritas, Jesús siempre les responde con la realidad. La realidad es esta, que es lo contrario a la hipocresía o a la ideología. Y el Señor, con sabiduría, les muestra la realidad: ‘Dad al César lo que es del César –porque la realidad es que el denario tenía grabado el rostro del César– y a Dios lo que es de Dios”.
El Pontífice continuó explicando los elementos que caracterizan al hipócrita. “El lenguaje de la hipocresía es el lenguaje del engaño, es el mismo lenguaje de la serpiente que engañó a Eva”. “Desgarra la personalidad y el alma de una persona. Mata la comunidad. Cuando hay un hipócrita en la comunidad, hay un peligro muy grande”, advirtió.
En contra, animó a que “vuestro lenguaje sea ‘sí, sí’, o ‘no, no’. Lo superfluo procede del maligno”. Francisco lamentó el mal que hace la hipocresía a la Iglesia y pidió a los cristianos estar alerta ante “aquellos que caen en esa actitud pecaminosa que mata”.
“El hipócrita es capaz de destruir una comunidad. Está hablando dulcemente, y al mismo tiempo está juzgando feamente a una persona. El hipócrita es un asesino. Su lenguaje es el mismo lenguaje del diablo que propaga esa lengua bífida en la comunidad para destruirla”.
El Santo Padre finalizó la homilía aconsejando cómo responder al hipócrita: “cuando comience con la adulación se le responde con la realidad. Que no venga con esas historias, la realidad es esta. Lo mismo cuando vienen con la ideología: la realidad es esta”.
(Frases extractadas del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco)