La conversión del amor hacia el prójimo más necesitado formó parte del mensaje dado ayer por monseñor Pastor Cuquejo durante la celebración del Domingo de Ramos en la Catedral Metropolitana.
Instó a los fieles a buscar la manera de dejar a un lado el rechazo hacia los demás “por más miserables que estos sean”, aclaró. Agregó que se debe hacer un sinceramiento para entender las realidades por las que atraviesa actualmente el país. “Solamente con la conversión se podrá lograr el goce de la paz del Reino de Dios”, manifestó.
Realizó una comparación de la situación que atravesó Jesús el día en que se presentó ante Poncio Pilatos cuando dijo: “Mi reino no es de este mundo”, frase que generó la desilusión de muchos que hasta ese momento lo siguieron en sus enseñanzas.
“Pero Él se refería al reino del amor, de la paz y la justicia, y ese es el reino que Él quiere trasmitir”, insistió Cuquejo. Ese amor es el que se expresa hacia Dios y que termina en las manifestaciones para con los demás.
“Ese amor de Dios se manifiesta con mucha claridad hacia el pecador, el pobre, el incapacitado y todos los que necesitan de nuestra misericordia”, afirmó.
BENDICIÓN. Antes de la misa, se realizó la bendición de palmas en la explanada de la Catedral, a cargo de monseñor Cuquejo, marcando así el inicio de la Semana Santa. Las palmas entrelazadas fueron portadas por gran cantidad de niños, jóvenes y adultos, que luego participaron de la misa ya dentro del templo. Allí oyeron el relato de lo que pasó Jesús el día la elección de la víctima pascual.
Esta tradición de bendecir las palmas guarda relación con el recibimiento en las puertas de Jerusalén que hicieron los pobladores a Jesús portando ramos de olivo, dando así una entrada triunfal.