La cruzada contra el marxismo cultural, emprendida por el Gobierno de Jair Bolsonaro, está golpeando de lleno a la educación en Brasil.
Bloqueos presupuestarios para las universidades, guerras intestinas y purgas en el seno del Ministerio, anuncios controvertidos y desmentidos al día siguiente, la dimisión del ministro tras 3 meses de gestión desastrosa: la educación en Brasil, que tiene desafíos enormes, vive horas turbias.
El congelamiento de 30% del presupuesto de las instituciones federales, recientemente anunciado por el Ministerio de Educación, lanzó a las calles a la comunidad académica, que intentó boicotear el lunes un acto de Bolsonaro en un colegio militar de Río.
El ex ministro de Educación y rival de Bolsonaro en las presidenciales de octubre, Fernando Haddad, convocó una nueva protesta en la capital carioca. “La derecha tiene alergia a la educación”, dijo.
El Ministerio argumenta que la medida no responde a criterios ideológicos, sino a restricciones presupuestarias y a la situación económica del país.
Sin embargo, el bloqueo de fondos fue anunciado inicialmente como un ajuste contra tres universidades que alojaron debates con figuras de izquierda, y que fueron señaladas por el nuevo ministro de Educación, Abraham Weintraub, de sembrar el desorden. Weintraub, que en diciembre en un seminario de cuño conservador resaltó la importancia de expulsar el marxismo cultural de las universidades, ya había calentado los ánimos poco antes, al sugerir reducir la inversión para las ciencias humanas en detrimento de las prácticas como veterinaria, medicina o ingeniería, que generan más retorno.
El secretario de Educación Superior del despacho, Arnaldo Barbosa de Lima, aseguró que el bloqueo de fondos no amenaza la funcionalidad de las instituciones y que debe ser revaluado si la economía registra crecimiento. Barbosa de Lima relativizó anuncios previos y enfatizó que no hay criterios ideológicos guiando el despacho.
Rectores universitarios reclaman que estas retenciones pueden comprometer el cumplimiento de contratos y el pago de servicios y proveedores, en áreas esenciales para el funcionamiento de las instituciones federales como limpieza, seguridad y cocina, amenazando con una paralización de actividades. La rectora de la Universidad Federal de Minas Gerais, Sandra Goulart Almeida, explica que al amenazar algo tan básico como el pago del servicio eléctrico, arriesgan apagar equipos de laboratorio como refrigeradores y perder años de investigaciones de punta.