Martes|4|NOVIEMBRE|2008
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De un tiempo a esta parte es común que los políticos de diferentes partidos “contraten” a las barras bravas de Cerro, Olimpia, Luqueño y otras, para que vayan a hacer ruido en las diferentes movilizaciones y se volvió hasta un hecho común. Pero, es la primera vez que escucho que un equipo de fútbol alquile hinchas para agrandar su barra.
Esta introducción es solo para referirme a este grupo de gente que va a los estadios vistiendo la camiseta de su club y llevan debajo impregnada en la piel la violencia. El domingo unos infiltrados o contratados por la hinchada de Libertad pusieron el toque de horror al matar a un joven simpatizante del Sportivo Luqueño.
Más allá de esta estúpida muerte, está el hecho del ser de las barras bravas, que no son otra cosa que patotas organizadas con bombos, gorras y banderas. Es lamentable ver a estos inadaptados; sean del club que sean, porque todos son violentos, llegar al estadio donde juega su equipo, “pedir” dinero a los otros aficionados que van llegando a las inmediaciones del escenario donde se va a jugar el partido. Una vez dentro del estadio estos patoteros no le dejan a la gente disfrutar del espectáculo.
Más detestable todavía es saber que estos grupos “organizados” reciben el apoyo económico de los dirigentes de fútbol y de algunos jugadores equivocadamente llamados referentes del equipo. Si, esos mismos dirigentes que pregonan la paz en los estadios, esos son los que solventan a éstos barras bravas, que no hacen otra cosa que desalentar a la gente que quiere ir a ver un espectáculo decidan quedarse en sus casas y escuchar el juego por radio o en el mejor de los casos verlo por televisión.
Me pregunto en que puede cambiar el fútbol de los domingos si estos violentos ya no van a la cancha. ¿Tu equipo juega mejor mientras estos patoteros en las gradas hacen ruido o se pelean entre ellos? La respuesta es, no. Estos inadaptados, están mutando peligrosamente de patoteros a criminales.
La fiscalía y la policía intentan hacer una labor preventiva para evitar desmanes de estos grupos, pero tal vez dentro del estadio lo logren, pero las estadísticas nos demuestran que siempre existen hechos violentos cuando estos “hinchas” se encuentran fuera del lugar del juego, ya sea antes del partido o después.
Una vez más la pelota pica en la cancha de los dirigentes, aunque ellos nieguen ser los que mantienen a estos inadaptados.