24 abr. 2024

Crecer en medio de la pandemia

Gustavo A. Olmedo B.

Nadie se hubiera imaginado un año como este, un 2020 con este panorama tan inesperado como preocupante y sombrío. Todos queremos despertar del sueño. Seguimos pensando solo que se trata de un mal momento que debe pasar.

La realidad nos golpea fuerte y la pandemia nos desafía. Aguantar o vivir, ese es el reto; aprender de la realidad crítica, construir en medio de la dificultad. En tiempos de crisis se quedan al descubierto nuestras convicciones y dudas; las teorías se desploman y solo se sostienen las experiencias y certezas. Las debilidades y virtudes salen a flote.

Triste sería perdernos esta oportunidad. Se puede y se debe vivir, no aguantar; y si necesitamos ayuda, pidámosla. Hay algo en esta realidad tan dramática que está destinado al crecimiento personal, de lo contrario no tendría sentido para nadie. Esto no es un sueño, es la realidad y no la puedo vivir como algo frente al cual cada día solo pretendo cerrar los ojos. Aguantar no es un camino adecuado, al final terminaremos ahogándonos. Estamos viviendo un tiempo para aprender y crecer.

En un hospital de Lovere (Italia), un hombre de 72 años, el sacerdote Giuseppe Berardelli, enfermo del coronavirus (Covid-19), falleció hace unos días en Italia, luego de que rechazó el respirador que necesitaba para que se lo dieran a un paciente más joven. ¿Qué certezas debe tener una persona para tomar una decisión semejante? ¿Qué paz debe vivir un hombre de esta edad para no huir de la muerte?

Sin dudas no significa no tener miedo, sino una esperanza y experiencia positiva de la propia vida, una conciencia de pertenencia existencial que supera toda adversidad. Esta pandemia nos obliga a mirar lo esencial y al otro como un bien.

Y con esta pandemia también se dieron acciones que imaginábamos imposibles. Y es que al final se podía y se puede. Era posible ahorrar gastos superfluos en el Presupuesto General de Gastos de la Nación; donar salarios en favor del sistema de Salud nacional, trabajar a distancia en favor de una mayor presencia en la casa, tomar en serio una problemática sin mucha burocracia, aprender hábitos de higiene, colaborar entre todos.

De un momento a otro, estamos viendo que es posible despertar la creatividad para buscar nuevas formas y fuentes de trabajo y que podemos y debemos ser solidarios con aquellos sin empleo; que vale escuchar nuestra música, disfrutar de un concierto on line y hasta hablar de Dios y pedir oraciones, sin que esto despierte automáticamente alguna burla o se lo vea como una propuesta desubicada.

Vemos que es posible aprender a estar en la casa y descubrir que se trata de un lugar para convivir y crecer, educar y educarse; “¡Hace cuánto que no nos veíamos tantas horas seguidas”, me decía una mujer en una conversación, con relación a la experiencia en su hogar.

Este podría ser el inicio de una nueva forma de vida y convivencia, un fenómeno que nos permitirá avanzar como especie hacia nuevos rumbos, valores y horizontes, asumiendo nuestra vulnerabilidad.

Más allá de todo, está claro que, de alguna forma u otra, jóvenes y adultos estamos fijando la mirada hacia otros aspectos de la vida; están surgiendo preguntas nuevas y renaciendo otras ya olvidadas: ¿Qué pasará si me toca el virus? ¿Cuál es el valor de la vida, si al final estamos a merced de un enemigo altamente destructivo e invisible? ¿De qué vale tener todo o tanto si al instante podríamos perderlo en una cama de hospital? y otras más.

Estamos llamados a aprovechar el tiempo, a construir y ganar aún en medio del encierro, el dolor y la incertidumbre. Es la vida a la que estamos convocados ahora, en el presente, no para cuando “vuelva la normalidad”. Si un hombre de 72 años puede tener la serenidad de entregar la vida por la de otro, es porque el ser humano es capaz de descubrir aquel valor por lo que vale vivir o morir; de abrazar al semejante aún en medio del dolor y la desesperación.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.