En una sociedad muy violenta, el crimen duele más cuando se descubre que lo comente una persona que hizo la comunión, la confirmación y se educó en colegios católicos.
Así lo afirmó ayer monseñor Guillermo Steckling, obispo de la Diócesis de Ciudadanos del Este, durante la homilía de la tarde en el marco del novenario de la Virgen de Caacupé.
Tomando como tema: “La Iglesia está llamada a producir frutos buenos y abundantes”, el obispo preguntó a los peregrinos que acudieron a la Basílica si estamos dando buenos frutos como sociedad y como cristianos.
Recordó que ante Dios solo cuentan las obras, no los certificados, documentos, los títulos, y sí la visita a los enfermos y la compañía a los afligidos. “Por sus frutos los conocerán, dice el Señor”, recordó Steckling. “Nos faltan muchos frutos. En muchos aspectos hemos quedado estériles. No estamos para lamentarnos, estamos delante del Señor y la Madre Virgen para convertirnos y lo primero que hay que hacer es llamar al pecado por su nombre”, sostuvo. Lamentó la creciente violencia que conmociona a la sociedad y que dentro de estos malos frutos se deben de meter los crímenes cometidos por la Iglesia, los abusos sexuales hacia los niños.
El obispo de Ciudad del Este destacó también los buenos frutos al señalar que Paraguay es provida, que es uno de los pocos países que no tienen una ley del aborto y que protesta contra la ideología de género.