El terremoto de magnitud 7,7 que golpeó ayer Birmania y Tailandia dejó más de 150 muertos, un balance que se espera aumente, además de cientos de heridos y decenas de personas atrapadas por el derrumbe de un rascacielos en construcción.
El epicentro del sismo se situó a 16 kilómetros de la ciudad de Sagaing, en Birmania, a una profundidad superficial de 10 km, sobre las 12H50 locales (06H20 GMT), indicó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
La sacudida, seguida unos minutos después por una réplica de magnitud 6,4, rompió carreteras, que quedaron surcadas por profundas grietas, derrumbó edificios y arrasó el conocido Puente Ava.
El nivel de devastación obligó a la Junta Militar que gobierna el país a lanzar un inusual pedido de ayuda internacional y a declarar el estado de emergencia en seis regiones.
El jefe de la Junta, Min Aung Hlaing, indicó que 144 personas murieron y 732 resultaron heridas, pero advirtió que el número de víctimas “probablemente aumentará”.
“Me gustaría invitar a cualquier país, a cualquier organización o a cualquier persona de Birmania a que venga a ayudar. Gracias”, dijo en un discurso televisado, tras visitar un hospital en la capital, Naipyidó.
La Unión Europea, Francia e India expresaron su disposición a enviar apoyo, y el presidente estadounidense Donald Trump también prometió que va a “ayudar” a Birmania.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que activó su sistema de gestión de emergencias y que su centro logístico de Dubái se ha movilizado para preparar suministros para los heridos.
El principal puente carretero que une Mandalay y Sagaing, la universidad y el muro del palacio real de Mandalay se derrumbaron y las telecomunicaciones fueron afectadas, declaró la Federación internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
El inusual pedido de ayuda de los militares birmanos fue un indicio de la proporción de los daños, en un país donde la infraestructura y el sistema de salud están arrasados por cuatro años de guerra civil.
El hospital general de Naipyidó, ubicada a 250 kilómetros del epicentro, recibió a cientos de víctimas.
“Nunca vi nada parecido. Estamos intentando manejar la situación”, indicó un médico, que admitió estar “agotado”.
NUBE DE POLVO. Rara vez tiembla la tierra en Bangkok, y rara vez con tanta fuerza como ayer, según sus habitantes, que fueron testigos del derrumbe de un edificio en construcción en la capital tailandesa por el fuerte sismo en Birmania.
Las imágenes difundidas en redes sociales mostraban una nube de polvo y escombros formándose donde segundos antes se erguía el edificio de 30 plantas.
El espectacular derrumbe de la torre, que iba a albergar oficinas gubernamentales en el norte de Bangkok, no lejos del turístico mercado de Chatuchak, engulló a decenas de trabajadores, dejando al menos tres muertos y 81 desaparecidos, según un balance oficial provisional.
Unas horas después de la tragedia, los rescatistas seguían trabajando en el lugar, reducido a una montaña de escombros, bloques de hormigón y vigas de acero deformadas.
“Me temo que se han perdido muchas vidas. Nunca habíamos vivido un terremoto tan devastador”, afirmó Worapat Sukthai, subdirector de la policía del distrito de Bang Sue, donde se encontraba el edificio.
“Cuando llegué para inspeccionar el lugar, escuché personas pidiendo ayuda”, declaró a la AFP. “Calculamos que hay cientos de heridos, pero aún estamos en proceso de determinar el número de víctimas”.
En el centro de Bangkok, los centros comerciales y los bloques de oficinas se vaciaron inmediatamente sin que se emitiera ninguna advertencia, y muchos residentes esperaron en las calles bajo un sol abrasador, temiendo una réplica.